La democracia boliviana en riesgo

Monseñor Tito Solari con profunda preocupación manifestó que la democracia en Bolivia está en peligro. Tiene toda la razón. Debemos tomar en cuenta algunos criterios fundamentales para darle razón ante la desmedida apetencia económica y política personal de los actuales circunstanciales gobernantes.

Todos deberíamos saber que democracia por elemental principio es la doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el Gobierno. Según la frase de Abraham Lincoln, “es el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”, sin exclusión, sin sectarismo. La forma democrática de gobierno es incompatible con los gobiernos autoritarios, sectarios, no es adulador de ningún sector social para tener hegemonía de clase para imponer un cambio, al extremo de no aceptar críticas. Ahí se ingresa a la demagogia. Según Aristóteles la demagogia surge cuando la ley ha perdido soberanía. La demagogia representa una forma desviada de gobierno democrático.

Corresponde ilustrar que entre los antiguos romanos, los cónsules eran nombrados mediante acuerdo en el Senado, para que mandasen como soberanos por un tiempo determinado, a efectos de restablecer el orden público perturbado o de librar a la república de un grave peligro, quedando obligados a rendir cuentas de su gestión al final de su mandato. Esa magistratura fue ejercida en Roma por Camilo, Sila, César. Se trataba de un sistema legítimo, pero que perdió su legitimidad con la caída de la república. Posteriormente los emperadores ejercieron la dictadura sin restricciones y de manera vitalicia, estando su titular liberado de las leyes.

Ingresando al problema político en Bolivia, respecto a la democracia, es penoso que no se admita opiniones diferentes y a cuanta crítica exista se responda con torpeza, amenaza, insultos, con expresiones como “derechistas, neoliberales, vende patrias” y otros epítetos que no deberían estar a la altura de voceros oficiales como la Ministra de Comunicación o el Vicepresidente, que con sus actividades mediáticas vienen disminuyendo al Gobierno, que cada día pierde popularidad y credibilidad.

Es que ya se está ingresando a una dictadura, a aquella que los griegos llamaban tiranía, representativa de las degeneraciones de las formas puras de gobierno, como es la democracia.

La dictadura está caracterizada porque sus titulares, aunque otra cosa digan o pretendan hacer creer, miran más su propio interés que los del pueblo y del Estado.

Si el actual Gobierno tiene todavía cuatro años más para ejercer su poder, al cual nadie se opone, pese a sus graves errores de orden ético y carencia de transparencia en el manejo de entidades de la administración pública, incluso usufructuando los bienes del Estado, entonces qué intereses hay para que a partir de ahora se prepare escenarios políticos costosos, como referendos, para que fuera de esos cuatro años se pretenda otros cinco más.

Parecería haber ambiciones consuetudinarias, buscando satisfacerlas por todos los medios a su alcance. ¿Acaso se está pretendiendo absolutismo, despotismo o tiranía?, porque en los hechos existe autoritarismo. ¿Por qué no atiende la corrupción existente en la administración pública?, al encubrir irregularidades está creando figuras delictivas de orden político, intimidación, abuso de autoridad. Se tiene a corruptores y corruptos en los tres órganos de Poder del Estado, varios componentes jerárquicos están involucrados en varios delitos. El Órgano Judicial en todos sus niveles es una vergüenza.

Se hace suponer que se lucha contra la corrupción, sin embargo pocos casos son atendidos, y cuando se empieza a identificar a altos funcionarios de la administración pública no se llega al fondo.

Con estas críticas no se está pretendiendo el retorno de elementos del pasado político, también vergonzoso. Se quiere fortalecer la democracia con la presencia de nuevos actores, que tengan virtudes reconocidas. En estos próximos años lo más probable, dada la dinámica política de nuestro medio, es que surjan nuevos líderes que hagan política para servicio al país y no para enriquecimiento personal ilícito, hagan predica del ejemplo de ese gran líder político asesinado por sus ideales y principios de libertad, democracia y justicia social, Oscar Únzaga de la Vega. Él dejó como legado a los jóvenes: “…. cumple el deber sin que importe un ardite la fama o el dinero. No esperes recompensa, que el buen hombre solo cumple el deber por su conciencia… ancla tu corazón para sosiego y no bajeza de tierra, ni para buscar oro, la codicia o el vicio…”.