COMUNICABILIDADES
(1ra parte)
Empecemos señalando que cada idioma tiene una forma peculiar de pronunciación. A este conjunto de normas o recomendaciones para hablar correctamente se llama dicción.
Una persona puede tener una buena dicción en castellano, pero una mala dicción en inglés, o viceversa. Otra puede tener una dicción clara en aymara, pero una mala dicción en castellano, o viceversa.
Por lo tanto, la dicción tiene que ver con el lugar donde hemos nacido y crecido (la ascendencia cultural) y con la educación que hemos recibido.
La dicción va transmitiéndose de generación en generación, va evolucionando o involucionando. Mejorando o deteriorándose, según cómo una persona o una comunidad manejan y pronuncian las palabras de un idioma (por un lado), y de acuerdo con las influencias que recibe este idioma (por otro lado).
Ahora bien, tener una dicción clara y limpia es un requisito para hacerse entender con los demás.
Tener una dicción abierta y correcta garantiza que nuestros mensajes lleguen al otro con la menor distorsión posible.
Tener una dicción nítida reduce el ruido comunicacional e incrementa las posibilidades de influir y persuadir a nuestros interlocutores.
Tener una buena dicción es parte de una adecuada formación intelectual y una sincera preocupación por optimizar nuestra comunicación con los demás.
Si la pronunciación es tan importante para relacionarnos con nuestros semejantes, ¿por qué algunos comunicadores, periodistas, líderes de opinión, autoridades, políticos y dirigentes descuidan este tema?
Lo sabremos la próxima semana. Hasta entonces.
(*) Consultor en Comunicación. Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.
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