El brasileño Wendell Lira, distinguido ayer con el premio Puskas al mejor gol del año, dio un impulso a su carrera gracias a su inclusión en la lista de finalistas a este galardón concedido por la FIFA. El jugador de 26 años pasó dificultades el año pasado, transitó por clubes de tercera y cuarta división, en los que cobraba salarios inferiores a 4.000 reales (unos 1.000 dólares), según él mismo ha admitido, y se quedó desempleado en julio pasado hasta que su nombre apareció en la lista de finalistas del Puskas. “Es difícil vivir del fútbol”, llegó a afirmar en una entrevista concedida .