I
Wendy López Seláez
En Bolivia el crecimiento poblacional en las áreas urbanas es aproximadamente cinco veces más que en las áreas rurales (INE, 2012), lo cual supone el 0,5% de crecimiento poblacional del sector rural. Es un dato que, sin duda, cualquiera de nosotros se ha percatado en el momento de visitar el campo, así como también de la avanzada edad de sus pobladores, que en su generalidad sobrepasan los 60 años, un fenómeno que fue pronosticado por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa, 2010), que indicó que la población de 65 años y más en el periodo del 2005 al 2020 aumentaría en un 63% más.
De tal modo, esta situación nos genera un mar de preguntas e inquietudes: si los productores de edad avanzada se van, ¿quiénes producirán la tierra?, ¿cómo nos abasteceríamos de los alimentos que consumimos a diario?, o la visión es dejar nuestra alimentación en manos de la agroindustria (nacional o extranjera), ¿o finalmente dejamos a la permisión del contrabando de alimentos?
En efecto, a todas luces se constituye en un repensar de nuestro trabajo técnico e investigativo. Es así que en mi estancia por Madrid-España, de alguna manera supuso la repuesta a una de estas inquietudes. Resulta que aquí, en Madrid, se ha promovido y se vienen manifestando acciones y proyectos propuestos desde la juventud madrileña, quienes están volcando su interés por el campo. Una medida que actualmente ha hecho frente al paro (2) y la crisis de estos últimos años en Europa.
En cifras, en el periodo 2012-213 las solicitudes de incorporación de jóvenes al sector agrario se ha incrementado en un 79% (COAG y Juventudes agrarias, 2012), siendo un 40% jóvenes urbanos, cuya formación académica es elevada y un 40% los hijos de los agricultores, que decidieron explotar la unidad productiva de sus padres (El País, 2015).
Es la tendencia que discurrió en Diego Fernández, Paloma Perera y Alexei Cortina, tres jóvenes cuya profesión es la rama de la Ingeniera Agronómica. Emprendieron desde hace cuatro años un proyecto de producción ecológica en dos ha de superficie de nombre “Tresbolillo”; “somos tres antiguos estudiantes agrónomos que coincidimos en el Master de la Universidad de Barselona, en la UB y a raíz de allí, pues en los viajes, estuvimos pensando si podíamos hacer algo juntos, si podíamos emprender algo de agricultura ecológica, yo me fui a Bolivia y al volver empezamos en la “andadura” de la asociación y luego nos dieron la posibilidad de cultivar en esta finca cedida por Rivas (municipio de Madrid)”; “en nuestro caso la formación, por mucho que fuéramos agrónomos, el conocimiento del trabajo directo en la agricultura nos faltó. pero ahora ya ha sido superado”, reconoce Diego.
Actualmente el “Proyecto Tresbolillo”, a través de la venta directa, provee de cestas de alimentos ecológicos a más de 60 familias semanal y cada quince días. “Mandamos a nuestros clientes con antelación cada fin de semana de los productos de temporada que habrá en la cesta y luego ellos no las solicitan”, señaló Paloma. Es una forma de contribuir al medio ambiente, añadió Diego.
En esa misma línea nos entramos con la huerta de “La madre Vieja” en Ciempozuelos también municipio español. Un proyecto agroecológico emprendido por dos jóvenes ingenieros de 29 y 39 años de edad, los cuales manifestaron: “con poca inversión puedes generar un par de sueldos”.
1.- “La re-vuelta al campo”, proyecto de la “Huerta de la Madre Vieja”.
2.- Bono en dinero para los españoles sin trabajo.
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