Dicción y pronunciación

En mi anterior columna hablé sobre la importancia de tener una dicción adecuada para mejorar nuestra comunicabilidad con los demás.

Sin embargo, muchas personas descuidan este tema y se expresan incorrectamente, confundiendo el sonido de vocales y consonantes (por ejemplo dicen: “Monecipio” en lugar de “Municipio”. “Sais” en lugar de “seis”, etc.).

Esta pronunciación incorrecta se debe a la ascendencia cultural o a la ley del menor esfuerzo.

Con ascendencia cultural me refiero a las personas que nacieron y se educaron en familias aymaras o quechuas y crecieron en un ambiente rural o semiurbano.

Sabemos que la lengua aymara y la quechua sólo utilizan 3 vocales (a, i, u). Por lo tanto estas personas cometen muchos errores de dicción en el castellano, pero debemos entenderlas porque su idioma originario no es el castellano, deben aprenderlo para integrarse en las comunidades urbanas.

Pero no se entiende ni se justifica la mala dicción en personas que nacieron y crecieron en familias urbanas con el castellano como idioma madre. En estos casos, la mala pronunciación se debe simplemente a la “ley del menor esfuerzo”.

Es decir, estas personas se expresan mal por flojera. No hacen el esfuerzo suficiente para abrir la boca. Balbucean en lugar de pronunciar. Hablan dentro de su boca, no vocalizan ni articulan, por lo tanto las vocales y consonantes se distorsionan (por ejemplo dicen: “emoshon”, en lugar de “emoción”. “Shaido” en lugar de “se ha ido”. “Polcia” en lugar de “policía”, etc.).

Estos errores de dicción sólo se los puede corregir con educación.

(*) Consultor en Comunicación. Director de Xperticia, empresa de asesoramiento y capacitación en Comunicación.

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