Austeridad en gastos genera utilidades

La Fundación Milenio, prestigiosa institución privada que estudia, responsable y honestamente, la economía nacional, frente a la menor recaudación por exportaciones, recomendó al Gobierno, en noviembre pasado, que disminuya el gasto fiscal como medida para “alinear con los menores ingresos”. La recomendación es lo más prudente y oportuna porque resultaría muy difícil mantener políticas de gasto dispendioso como ocurrió durante la década pasada.

Es importante tener en cuenta que la caída de precios del gas, de los minerales y de las materias primas a nivel internacional no será momentánea; al contrario, hay casi la seguridad de que el fenómeno aumente en los dos próximos años. Las causas son diversas: en primer lugar, la producción excesiva de petróleo y la cada vez menor demanda por parte de los países consumidores; por otro lado, la producción de artículos de uso y consumo, especialmente por la explosiva producción china con bajos costos y auto-provisión de las materias primas que necesita, tendrá bajos precios en los mercados de consumo que, por ningún motivo pueden competir con esa masiva producción del gigante asiático.

Según los estudios de Milenio, “la prueba más clara del descenso de los precios que afecta al país, se halla en la contracción de las exportaciones”. Añade: “Entre enero y septiembre de 2015, las exportaciones cayeron en 32,5 por ciento. El rubro más afectado fue el de hidrocarburos que registró la contracción de 38,5 por ciento; los minerales, 27,7 por ciento; los productos no tradicionales, 23,5 por ciento”.

Una prueba fehaciente está en el hecho de que el IDH se vio reducido en la proporción del 27 por ciento entre enero y octubre de 2015; cifra que, a diciembre, seguramente aumentó. Efectivamente, los efectos de la caída de precios del gas, en nuestro caso, se los advierte mucho más en nuestro país y el primer impacto lo sufre el IDH, cuyos fondos beneficiaban a las gobernaciones, alcaldías y universidades. Por supuesto, el Gobierno se verá gravemente afectado, aunque, en la concepción equivocada que tienen las autoridades, parece que todas las esperanzas de “mantener posiciones de altos gastos” radicaría en los préstamos que tienen consecuencias muy graves para el país.

El Gobierno, para atenuar la menor percepción de ingresos, se propone una mayor recaudación de impuestos internos, hecho que agravaría la situación económica del país hasta colocar a los que cumplen con las medidas impositivas, en grave situación y si a ello se añade la carga de nuevas obligaciones sociales, el problema puede adquirir proporciones incalculables. Lo lamentable es que el Gobierno no da señales para reducir sus gastos que, en los últimos diez años, han subido excesivamente. Hay gastos que se podría evitar, pero todo hace ver que el endeudamiento “solucionaría los problemas y no habría razón para preocuparse”. Esa no preocupación consolaría al Gobierno, pero agravaría las dificultades del país.