Hernán Maldonado
El 15 de enero de 2016 Venezuela escuchó las verdades amargas que el oficialismo ha ocultado a sus habitantes desde hace 17 años, cuando el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, aprovechó que el régimen le autorizó hablar en cadena nacional, para que expusiera “la situación aterradora” del otrora rico país petrolero.
En poco menos de 30 minutos, Ramos Allup, con la habilidad de un astuto cirujano de la palabra, diseccionó la “cuenta” del presidente Nicolás Maduro, que por ley está obligado a presentar de su gestión anual y que le demandó una cháchara de 3 inacabables horas y en la que, en concreto, solo presentó a la AN un plan para reactivar la economía venezolana.
Y es que Maduro en gran parte de su perorata no solo rindió cuentas de su gestión del 2015, sino de los 17 años del gobierno chavista, en los que el Estado evaporó la fantástica suma de “un billón y 500.000 millones de dólares de la renta petrolera, sin contar con los ingresos internos”, según Ramos Allup.
La cita de tan extraordinaria cifra fue recibida con estupor por los 30 millones de venezolanos que no se explican ¿a dónde fueron a parar esos ingresos?, ¿quiénes los malbarataron?, ¿cuáles son las obras que se hizo?, ¿por qué ahora tienen que madrugar para hacer inmensas colas en busca de alimentos y medicinas?
Ramos Allup puso “un solo ejemplo” de cómo se despilfarró y se despilfarra esa catarata de dólares, tras las nacionalizaciones y expropiaciones ordenadas por el difunto Hugo Chávez. Puntualizó que en Guayana, otrora emporio de la industria siderúrgica venezolana, ya no se producen las cabillas que antes se las exportaba y que producir “una tonelada de alúmina cuesta 2.000 dólares cuando en el mercado internacional cuesta $200”.
Y el ejemplo es válido. Lo ocurrido en Guayana pasó también en la industria petrolera, sostén de la economía del país, donde de 42.000 empleados, el chavismo triplicó la nómina en busca de votos cautivos. En la administración pública hay por lo menos un millón de supernumerarios. Por las grandes industrias, dijo Ramos Allup, “pasó Terminator” (el personaje de una película que arrasa con todo).
Maduro al terminar su mensaje gritó: ¡Patria, socialismo o muerte! ¡Chávez vive” y sus fanáticos de la minoría parlamentaria aplaudieron a rabiar. Cuando terminó de hablar Ramos Allup un silencio conmovedor, casi de pena mezclada con una bronca sostenida recorrió la espina dorsal del país. Era incomprensible cómo el “socialismo del Siglo XXI” destruyó la otrora próspera Venezuela.
Pero a los que pudieran estar tentados por malos pensamientos, Ramos Allup les dijo: “no hay golpes militares buenos ni malos, todos son malos”. Y en lo más relevante de su discurso, Ramos Allup, dirigiéndose al chavista ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, le dijo: “los militares, si quieren hacer política, que cuelguen el uniforme”, porque “un civil no puede deliberar con un hombre armado”. Amanecerá y veremos.
Hernán Maldonado es periodista. Ex UPI, EFE, dpa, CNN, El Nuevo Herald. Por 43 años fue corresponsal de la ANF de Bolivia.
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