Muchos se están devanando los sesos preguntándose ¿cómo fue que llegamos a esta situación?, refiriéndose, claro está, a lo que ya cotidianamente ve y escucha el ciudadano de a pie: las pugnas y confrontaciones por el “sí” y, por el “no”, que recrudecen a medida que transcurren los días, dando por otra parte la impresión de encontrarnos en un país de continuo retorno a las ánforas electorales.
“Estábamos bien hasta que no se sabe a quién o quiénes, se les ocurrió la sesuda idea de llevar adelante un referéndum cuando aún faltan varios años para la culminación de la actual gestión gubernamental”, expresan algunas personas al denotar cierta molestia por lo que viene aconteciendo desde hace semanas. No dejan de tener razón, ya que las posiciones de unos y otros, o sea los antagonistas, dentro de lo que significan las campañas a favor y en contra, se dan a la tarea de esgrimir una serie de declaraciones y aseveraciones que, quiérase o no, intranquilizan a la colectividad.
De ahí que, al contrario, opinan, todo debiera estar enfocado al robustecimiento de la democracia, entendido como la preservación de la estabilidad económica, la manutención de la tranquilidad y certidumbre en la que nos encontrábamos. Es más, se animan a señalar que comienzan a surgir visos de incertidumbre para el futuro, más allá del absurdo -lo califican de ese modo- del “sí” y “no”. De ahí que, opinan otros, se debe tener mucho cuidado con el fin de evitar echar por el despeñadero lo que hasta hoy se ha logrado merced al hombro que ha puesto la mayor parte de los bolivianos. Y por el contrario, se debe dar paso a las metas traducidas en tareas fecundas destinadas a profundizar la vida en democracia, con el fin de afianzar el núcleo familiar, base de la sociedad, dándole seguridad y bienestar a través de la atención óptima a los sectores más vulnerables, como los de ancianos, niños, mujeres, desocupados, y otros estamentos, en todos los campos.
Como se advertirá, falta mucho por hacer, pero, lamentablemente, ya estamos enfrascados en aquello de ponernos uno frente al otro, ante lo cual solo queda hacer votos solicitando a los actores de ambas aceras llevar adelante la defensa de sus posiciones, por una u otra opción, de manera civilizada y constructiva. ¿No que ya estamos suficientemente maduros en lo que se puede denominar lides democráticas? Además, cuando se tiene enfrente una serie de problemas que nos aquejan a todos, tales como las anunciadas elevaciones de las tarifas del transporte público, el encarecimiento de los productos de consumo familiar, las demandas de distintos sectores por diversos conceptos, etc. etc., es irracional y no tiene sentido enfrascarse hasta el paroxismo por algo que, de todos modos, serán las urnas las que lo definan.
Mientras, debiera preocuparnos cómo volver a plasmar en el habitante boliviano la confianza de vivir en un país que vela por su población, y sus propios intereses de Estado.
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