Punto aparte
II
La parte más impactante del libro “La creación de una nueva civilización”, de los autores estadounidenses Alvin y Heidi Toffler, a tiempo de plantear que el mundo actual está en la política de la tercera ola, sostiene que las fuerzas emergentes y más competentes para administrar el poder de los países son las minorías.
Considera que la primacía de las mayorías caracterizó a la segunda ola y que sus logros no han sido lo suficientemente capaces para administrar los intereses públicos de los países, sea cual fuere su actual estatus de desarrollo.
Al respecto, puntualiza en su argumentación que “El principio primero y herético del gobierno de la tercera ola es el poder de la minoría”. Agregando que “…cada vez es más anticuado el imperio de la mayoría… No son las mayorías, sino las minorías las que cuentan. Nuestros sistemas políticos deben reflejar crecientemente ese hecho”.
Continúa diciendo que “El concepto del imperio de la mayoría se adecuaba perfectamente a las necesidades de esas sociedades, a través de la producción en serie, el consumo masivo, la educación de masas, los medios de comunicación de masas y la sociedad de masas”.
Desde esa perspectiva, la obra sostiene que “…dejamos atrás ahora la época industrial para convertirnos rápidamente en una sociedad desmasificada. En consecuencia, resulta cada vez más difícil -y a menudo imposible- movilizar una mayoría e incluso una coalición de gobierno. En Estados Unidos, dice el especialista en ciencias políticas Walter Dean Burnham, del Instituto Tecnológico de Massachusetts, “no veo ahora base para mayoría positiva alguna con respecto a nada”.
“En lugar de una sociedad -prosigue diciendo el libro- muy estratificada, en la que unos cuantos bloques importantes se alíen para constituir una mayoría, tenemos una sociedad configurativa, donde miles de minorías, muchas de las cuales son temporales, se arremolinan y forman pautas nuevas y transitorias, convergiendo rara vez en un consenso sobre temas importantes. El avance de la civilización de la tercera ola debilita así la legitimidad misma de muchos de los actuales gobiernos”.
En tanto, plantea que la tercera ola pone además en tela de juicio todos nuestros supuestos convencionales sobre la relación entre imperio de la mayoría y justicia social. Agrega que a lo largo de la civilización de la segunda ola, la lucha por el predominio de la mayoría era humana y civilizadora. Sigue siéndolo incluso en países en procesos de desarrollo. Empero, en países sacudidos por la tercera ola suele ocurrir precisamente lo contrario, el imperio de la mayoría no sólo es inadecuado ya como principio legitimador, sino que además no es necesariamente humanizador ni democrático en sociedades que se adentran en la tercera ola.
En torno a esta dicotomía, los autores del libro destacan que los ideólogos de la segunda ola estarían lamentando la quiebra de la sociedad de masas, en lugar de ver en esta enriquecida diversidad una oportunidad para el desarrollo humano, la tachan de “fragmentación” y “balcanización” y la atribuyen al despertar del “egoísmo” de las minorías.
Acerca de tales diferencias conceptuales, la obra plantea que “Podemos oponer resistencia al avance hacia la diversidad, en un último intento por salvar nuestras instituciones políticas de la segunda ola o, por el contrario, reconocer la diversidad y modificar en consecuencia esas instituciones. La primera estrategia sólo puede ser llevada a la práctica por medios totalitarios y su resultado es un estancamiento económico y cultural; la segunda, conduce a la evolución social y a una democracia del Siglo XXI, basada sobre la minoría”.
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