Carmen García Mollón
Todos los días hay que limpiar nuestra mente. Eliminar toda la información y pensamientos innecesarios que hacen referencia al pasado, deseos insatisfechos, miedos, preocupaciones e intuición. Si no nos deshacemos de ellos mientras estamos hablando con otra persona no le prestaremos la atención suficiente porque estaremos pensando en otros asuntos.
Si nuestra mente está despejada será más sencillo incorporar nueva información que nos transmite el interlocutor en una conversación. A veces no utilizamos nuestra capacidad de escucha y preferimos activar el piloto automático. Oímos lo que ya sabemos y antes de que termine la frase contestamos con “sí, esto ya lo sé”. Prestamos atención para confirmar lo que ya sabemos sin dar la oportunidad a obtener nuevos datos.
Hay que saber escuchar. No solo centrarnos en nuestra voz interior porque una buena forma de aprender es a través del contacto con los demás. En una conversación en la que dejamos a un lado nuestro interior para prestar atención al interlocutor nos conduce a indagar más y una comunicación más fluida. Se trata de llegar a que la escucha sea empática.
La escucha empática es con uno mismo. Percibir lo que nos intenta decir nuestra intuición. A veces nuestras creencias nos dicen “no, no, por aquí no, por allá” pero después pensamos “tendría que haber hecho lo que pensaba”. Hay que dejarse llevar por el momento presente sin pensar en el pasado o futuro. Este tipo de escucha se basa en sentir. Ayuda a descubrir nuestro interior y poder percibir mejor las sensaciones que nos transmite el que está ante nosotros.
Para activar la escucha empática lo hacemos con la inteligencia del corazón. Lo conseguimos si dejamos a un lado la preocupación por el pasado, pensar cómo será el futuro o juzgar, criticar y culpar a los demás. Para lograr este sentimiento de paz y tranquilidad se hace a través de la meditación. Escucharse a sí mismo. Imaginar que estamos al lado de un río y allí tiramos todo lo que no necesitamos en este momento. Después vemos cómo la corriente se lo lleva. O pensar que cada pensamiento innecesario es una hoja que se la lleva el viento. Desprenderse de todo aquello que no sirve y ocupa espacio. De esta forma podremos disfrutar mejor del momento presente y la escucha será empática.
Las conversaciones están llenas de sentido. El modo de atención con el que escuchamos determina el resultado del encuentro. Si escuchamos desde nuestro yo centrado en lo que ya sabemos la conversación no será interesante. En cambio si el diálogo es dinámico habrá mayor comprensión.
La meditación, la mente despejada y el corazón junto con la voluntad abiertos a escuchar nos llevan a estar interconectados entre todos. El libro de Otto Scharmer Teoría U: Liderar desde el futuro a medida que emerge recoge los diferentes niveles de escucha y orienta en el hecho de que es mejor vivir el presente y proyectar el futuro que permanecer anclados al pasado.
La autora es periodista.
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