Revista de 10 años de gobierno

Grandes cifras, muchos logros y visión optimista del futuro fue la impronta del mensaje presidencial. Cifras y enunciados fueron magnificados por una contrastación permanente entre los parámetros de antes del 2006 (inclusive retrocediendo 20 años atrás) y la gestión gubernamental a cargo del presidente Evo Morales. Muchas opiniones han visto un mensaje eminentemente electoralista con vistas al referéndum del 21 de febrero próximo.

El “blindaje” de la economía nacional -sostenido a lo largo del informe- sufrió su primera objeción por la comisión del FMI para América Latina: el 2016 el crecimiento económico boliviano no será de más del 5%, según la versión oficial, sino del 4.1%. La economía nacional tiene un reverso peligroso por la creciente deuda externa y pública y el “déficit de cuenta corriente”. Este cuadro se refleja aún más en el déficit fiscal del 2.4% el 2014 y del 6.6% el 2015. Según el Presidente del Estado, este descenso es positivo porque se origina en la inversión pública; no por ello -si fuera así- deja de contrastar con el superávit de los años anteriores. El presupuesto 2016, por ejemplo, se basó en un precio de los hidrocarburos superior a la actual caída del mismo.

No obstante, los cálculos de inversión al 2020 se antojan fabulosos. El Plan de Desarrollo Económico suma 48.574 millones de dólares: hidrocarburos 12.687 en moneda fuerte, (se supone en prospección y nuevas plantas); minería $US. 1.962 MM, incluye litio, fundición de zinc y Mutún, pero se deja en el limbo la prospección de nuevas áreas, lamentable carencia que padece la minería. Para generación de energía eléctrica $US 5.854 MM; en transporte $US 11.696 MM.

Las inversiones habrían tenido óptimo lugar en el auge de los precios de materias primas, pues ahora dependerán en mucho de financiamiento externo con toda la carga de pago que supone. Hubo y hay mucho dinero invertido en gasto no prioritario como canchas, coliseos, eventos internacionales de todo tipo bajo financiamiento estatal, viajes con “barras” aplaudidoras, marchas pagadas, campañas electorales, etc.

Se ponderó que el presupuesto educativo se elevó al presente a 20.709 millones de bolivianos, abarcando la entrega de computadores a maestros y estudiantes. Sin embargo, este apreciable guarismo no parece haber influido en la superación del bajo rendimiento educativo a nivel latinoamericano que seguimos presentando.

Si bien el Presidente del Estado y sus comitivas visitaron 46 países en los 5 continentes, algunos pudieron resultar positivos, pero el resto se orientó a una promoción personal dependiente de una sugestión de liderato internacional. Al interior y provincias se dieron 4.624 visitas, formando parte de la estrategia política oficial.

Se insistió en la “cumbre” de Justicia sin salir del compartimiento estanco del Gobierno y los movimientos sociales, ignorando la importante participación de los entes académicos y de los sectores directamente concernidos. Ni antes ni ahora se ha contemplado un análisis previamente meditado sobre el particular. En estos 10 años, en diversos temas se ha visto varias cumbres, pero ninguna con aportes claros y, sobre todo, objetivos. Siguiendo con lo social, el informe pecó de ausencias importantes, llámese corrupción, incremento ya casi asfixiante del narcotráfico, inseguridad ciudadana, violencia familiar y otros.