Educación y salud, “árboles de vida”

Los pueblos que han alcanzado mucho desarrollo, han tomado a la educación y a la salud como bases fundamentales de todo trabajo y misión de sus gobiernos; en otras palabras, que quienes poseen poder político, económico o social, deben realizar y cumplir, como misión primigenia de su gestión, lo que precisan los pueblos: educación y salud, dos instrumentos de vida que hacen posible el desarrollo y progreso. En los países pobres y subdesarrollados como el nuestro, poco se hizo para conseguir que el pueblo reciba las dosis necesarias de vida mediante la educación y la salud.

La pobreza, el subdesarrollo y la dependencia han hecho olvidar que un pueblo sin educación y formación en valores es propenso a los peores males; no se ha tomado en cuenta que educar es formar, encausar y adoptar las actitudes naturales del ser humano. El poeta latino Decimo Junio JUVENAL (60 a.C.) -gran crítico del imperio romano- escribió la frase: “mens sana in corpore sano” (“mente sana en cuerpo sano”), frase ampliada por el filósofo inglés John Locke (1632-1704) con “la armonía entre el espíritu y la materia como fin de la verdadera educación”. Innegablemente, la educación produce la formación del alma para ir dirigida al corazón para destruir toda mala inclinación y sustituirla con la voluntad de hacer el bien, porque la educación permite la práctica de virtudes que se hacen valores y principios.

La educación responde al desenvolvimiento de todas las facultades de orden científico y artístico, de observación, memoria, juicio, imaginación y la estética que embellece con el sentimiento de la armonía las obras de Dios, de la naturaleza y de la genialidad del mismo hombre. Por todo ello, la educación moral es la consecuencia de un orden normal en un medio normal. Es preciso entender que lo que da valor a la escuela es la aptitud que en ella se despierta en el niño o en el joven y esa aptitud se adquiere con el adecuado desarrollo de las facultades del educando que, como ser humano, cuenta con la vida física que es la atención al régimen higiénico, al equilibrio orgánico y funcional que se traduce en salud.

El niño y el joven así formados tienen aptitud para la vida y ya hombres estarán preparados para sus luchas con ella y para el cumplimiento de sus deberes intermedios hermanados con el valor, la prudencia y el bien. No debe olvidarse que la educación produce la formación del alma. Es importante que el gobierno asigne un valor supremo a la educación que, conjuntamente la salud, puede ser el árbol que produzca ramas y frutos de gran beneficio para el país. Pero así como un árbol productivo precisa de cuidados, abonos, agua y condiciones naturales, la educación precisa de infraestructura física y humana; en otras palabras, requiere inmuebles, muebles, materiales, vituallas y, sobre todo, maestros educadores que tengan vocación de servicio, amor y dedicación a los niños y a los jóvenes. Su formación debe estar consubstanciada con las urgencias de conseguir valores para que los hombres sean dignos, honestos, responsables y constructores de cada mañana.

La educación es importante para conseguir que la salud, estado en que el ser humano ejerce con normalidad todas sus funciones y en perfecta armonía, es fundamental para la vida del ser humano; su cuidado y preservación de toda enfermedad debe ser labor prioritaria del gobierno mediante la formación de buenos, humanos, honestos y responsables profesionales de la medicina; fortalecer y fortificar la tecnología en hospitales conforme a los avances de la ciencia; mejorar sistemas de seguridad social, fortalecer las instalaciones hospitalarias construyendo nuevas edificaciones dotadas con tecnología moderna; conseguir medicamentos con bajos costos; disponer que los municipios atiendan debidamente la sanidad de las ciudades mejorando los servicios sanitarios y ampliando la mayoría de ellos; son algunos de los propósitos a cumplirse.

No entender que los servicios de salud deben ser perfectos y debidamente atendidos, es ignorar los derechos de la población y dejarla indemne ante enfermedades y males crónicos que pueden presentarse. La atención de la salud de niños, ancianos y mujeres debe ser prioritaria de todo servicio de seguro que, al margen de bajar costos, tiene que ser accesible a toda la población. Particular y preferente atención tiene que haber para los sistemas de seguridad colectiva en ciudades, pueblos y villorios con miras a evitar la acción del narcotráfico, de los violadores, de quienes atentan contra la vida de niños, ancianos y mujeres; la seguridad ciudadana es parte importante de todo programa de salud y seguridad de los pueblos. Para todo ello, destinar presupuestos dignos y suficientes reduciendo, si es preciso, partidas destinadas a Defensa o Interior que normalmente reciben mucho dinero cuando requieren tan sólo una mínima parte.

La colectividad nacional querría que, como corolario de los últimos diez años, el gobierno atienda los rubros de educación y salud si realmente pretende lograr mejores condiciones de vida para el pueblo. El desarrollo está cifrado en lo que se haga en los campos de la educación y la salud al margen de intereses sectarios que normalmente minimizan y desmerecen todo buen esfuerzo gubernamental. La realización y cumplimiento de ambos rubros- educación y salud- está, pues, en el despertar de una conciencia de país y la práctica de una vocación de servicio que, pese a las estrecheces financieras, pueden ser cumplidos holgadamente.