Cultura constitucional
Oscar Barrientos Jiménez
El principio de dignidad humana repudia todo intento de instrumentalización del ser humano, ya lo dijo Emanuel Kant, toda persona debe ser considerada como un fin en sí mismo, nunca como un medio; esta autonomía de la voluntad entendida como la facultad de determinarse por sí mismo, es el requisito indispensable para poder realizar tu proyecto de vida. Ese proyecto de vida que trazamos a medida que vamos desarrollándonos como seres humanos, depende en gran medida de que puedas lograr la tan anhelada estabilidad laboral que se encuentra estrechamente vinculada a un trabajo formal.
Bastará referir que solo la formalidad laboral o relación de dependencia laboral formal nos permite acceder y ejercer algunos derechos fundamentales, como: Asignaciones familiares; vacaciones remuneradas; licencia por paternidad; permisos y licencias laborales; derecho al periodo pre y post natal; inamovilidad laboral; seguro social de corto plazo (atención médica, medicamentos, atención odontológica, operaciones, curaciones, etc.); aportes al seguro social de largo plazo; acceso efectivo a crédito para vivienda; beneficios sociales; aguinaldo; doble aguinaldo; etc.
Lamentablemente, la delgada línea que separa la formalidad laboral de la informalidad laboral en la práctica viene instrumentalizando al ser humano y es que al escribir estas líneas me pongo a pensar en aquella consultora de línea que estando embarazada no puede acceder a muchos de estos derechos y termina trabajando casi hasta dar a luz porque ninguna normativa laboral la ampara, o aquel profesional de indudable nivel académico que es destituido o es obligado a renunciar porque simplemente no tiene aval político o porque no está apadrinado por algún dirigente sindical. Y qué será de aquellas personas que lamentablemente desahuciadas no tienen seguro médico para afrontar su mortal enfermedad.
En contrasentido, me pongo a pensar en aquella persona que se puede dar el lujo de desempeñar un cargo para el que no tiene la más mínima preparación, o aquella persona que se da el lujo de poder elegir cuál de sus dos seguros médicos utilizará, o simplemente bastará referirse a aquellas personas que están a punto de realizar gastos banales, simplemente para estar a la par de la tecnología.
Luego recuerdo que el informe de Oxfam “Privilegios que niegan derechos, desigualdad extrema y secuestro de la democracia en América Latina y el Caribe” demuestra que en esta parte del mundo 32 personas acumulan la misma riqueza que el 50% de la población más pobre de la región y el 10% más rico de la región acumulaba en 2014 el 70.8% de la riqueza y el patrimonio, mientras la mitad de la población más pobre tan solo acumulaba el 3.2%.
Ante tan impactante realidad, termino concluyendo que asombrosamente existen personas de primera, segunda, tercera y hasta de cuarta categoría y que las personas que no gozan de la tan anhelada estabilidad laboral, hacen del pensamiento de Kant un ideal inalcanzable.
El autor es Magister en Derecho Constitucional.
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