En la Basílica Santiago Apóstol, en la localidad panameña de Natá de los Caballeros, hay una caja de madera pintada con colores vistosos que reposa sobre un bordillo de piedra. El párroco, como ocurre en todos los templos religiosos del mundo, la ha puesto ahí para recoger donaciones de los feligreses y poder contribuir así a su mantenimiento.
La diferencia es que esta no es una iglesia cualquiera, es la más antigua del Pacífico americano. Fue construida por los conquistadores españoles hace casi 500 años, pero apenas recibe mantenimiento del Gobierno panameño.
“Ni siquiera hay una persona que se encargue de barrer el piso (suelo). Son los propios vecinos los que tenemos que venir a limpiarla”, cuenta a Efe Mildreth Vega, que desde hace cuatro años hace de guía en este pueblo del interior de casi 5.000 habitantes que pertenece a la provincia de Coclé.
La lista de desperfectos que enumera Vega no es corta: la lluvia se filtra por el techo, algunas de las puertas están roídas, las campanas no suenan como deberían.
Hay piezas que necesitan un “cuidado especial”, como ese cuadro de mediados del siglo XVIII que se le atribuyó erróneamente a Murillo y que pide ser restaurado “urgentemente”.
“También nos preocupan los altares, que son originales. Necesitamos que se limpien regularmente porque se llenan de guano (excrementos). Hay plagas de murciélagos y de palomas”, comenta enojada.
PATRIMONIO
La estructura del templo es completamente original, los pilares son troncos de níspero y las tejas fueron fabricadas por los indígenas y los esclavos que trajeron los españoles, que usaban sus piernas como molde, de ahí que se conozcan como “tejas muslos”.
La iglesia, en la que se ofrece misa todos los días, está considerada Patrimonio Histórico, pero solo recibe fondos públicos para “reparaciones puntuales” y no para mantenimiento continuado, aclara a Efe la directora de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura de Panamá (INAC), María Isabel Arrocha.
La última restauración fue hace cuatro años y costó cerca de 600.000 dólares, que salieron de distintas donaciones privadas y del INAC, según el alcalde del pueblo, Arturo Moreno.
Desde la institución cultural niegan que la iglesia “esté abandonada o en ruinas”. Las autoridades locales y los habitantes de Natá de los Caballeros, sin embargo, piensan distinto. Es verdad que no hay riesgo de derrumbe, pero su estado actual deja bastante que desear.
“El cuidado de esta iglesia nos cuenta mucho. El Gobierno nacional no invierte nada aquí, no tiene interés en explorar este sitio histórico”, denuncia el Alcalde.
Natá de los Caballeros sale en los libros de historia y en las guías turísticas porque fue una de las primeras ciudades de la costa Pacífica.
Situada a 200 kilómetros al oeste de la capital panameña, recibió este nombre porque el rey español Carlos V envió a 100 caballeros, liderados por Gonzalo de Badajoz, a colonizar estas tierras.
El próximo 20 de mayo el pueblo (y la iglesia) celebrarán los 495 años de su fundación, contentos de haberle ganado otra batalla al tiempo.
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