Las minas de los tres ex “barones del estaño” fueron nacionalizadas en 1952 y se formó Comibol, que según el gobierno de entonces iba a significar la “independencia económica de Bolivia”. El gran poder económico de Simón I. Patiño, Mauricio Hochschild y Carlos Víctor Aramayo, traducido en un exagerado poder político, les permitió manejar los tributos mineros a su antojo, tanto así que en la mejor época de la minería boliviana (1900-1940) con vetas excepcionalmente ricas, apenas tributaron el 7,7% del valor de venta. Los clamores nacionalizadores se dieron desde la década de 1930.
La nacionalización fue extemporánea porque las sobreexplotadas minas estaban en franco proceso de agotamiento y los trabajos eran cada vez más profundos y costosos. Además como la nacionalización estaba cantada, no se realizaron inversiones para renovar equipos ni para adecuar los ingenios a los minerales tratados cada vez más pobres.
A estos factores negativos se añadió el cuantioso pago de beneficios sociales a los trabajadores de las ex empresas, el excesivo personal contratado, la mala administración, la pulpería barata, la tremenda injerencia sindical, etc. que provocaron monumentales pérdidas, de gran influencia en los dos períodos hiperinflacionarios de 1953-1956 y 1982-1985. Con el derrumbe del precio del estaño el 24/10/85 sobrevino el colapso económico-financiero de Comibol que perdió 799 millones de dólares (M$us) entre 1981-1985, provocando el cierre de minas, el despido de 23.000 trabajadores y la firma de contratos con cooperativas y particulares para operar sus minas, quedando solo Huanuni. Hasta el DS 21.060 de 29/08/85 no estaban bajo tuición de Comibol las fundiciones de Vinto y Karachipampa.
La Ley 1.777 (17/03/97) redujo las funciones de Comibol a simple administradora de contratos. El año 2000 la mina Huanuni fue dada en contrato de riesgo compartido a la empresa indo-inglesa Allied Deals que quebró, por lo que Comibol volvió a operarla el 2002 mediante la Ley 2.400 (24/07/02). La Ley 3.720 (31/07/07) devolvió a la empresa estatal su facultad operativa. Mientras Comibol solo controló contratos, no tuvo pérdidas.
El sistema técnico-administrativo dejado por Allied Deals le permitió a Huanuni operar con utilidades, a pesar del bajo precio del estaño. A fines de 2006 se incrementó el número de trabajadores de 1.000 a 5.000 y los años siguientes la presión sindical logró excesivos incrementos de salarios, precios de contratos y bonos, que dispararon el costo de labor. Felizmente la fuerte elevación del precio del estaño permitió operar con utilidades, que fueron disminuyendo drásticamente con la caída de su precio, hasta perder en 2015.
Luego de la crisis de 1985 la mina Colquiri empezó a producir zinc además de estaño, con elevadas pérdidas. En el año 2000 fue dada en contrato de arriendo a Comsur, que desarrolló y equipó la mina y construyó un nuevo y moderno ingenio, lo que le permitió obtener utilidades. Revertida al Estado en junio de 2013, aunque se incrementó el número de trabajadores de 500 a 1.200 y se incrementaron salarios, pero sin incurrir en los excesos de Huanuni, todavía en 2015 tuvo una pequeña utilidad. Los precios actuales de metales podrían ocasionar pérdidas.
Según un matutino local (12/01/16), Huanuni cerró el año 2015 con un déficit superior a los 26 M$us. Otro periódico de La Paz (19/01/16) informa que la mina Colquiri tuvo una utilidad de 5,8 M$us y la planta hidrometalúrgica de cobre de Corocoro una utilidad de 0,8 M$us. Este mismo impreso (27/01/16) señala que la fundición de estaño de Vinto tuvo una utilidad de 3,9 M$us. No se señala las cuantiosas pérdidas de la fundición de plomo-plata de Karachipampa que en más de tres años operó menos de tres meses (continúa parada), pese a las elevadas inversiones realizadas, ni de la fundición de bismuto de Telamayu que desde su inicio en 2008 arrojó pérdidas.
Un balance de las cifras anteriores, asumiendo que están incluidas (temo que no) depreciaciones y gastos financieros de préstamos e inversiones, muestra que en 2015 Comibol -que repitió errores anteriores- tuvo pérdidas operativas de 15,5 M$us (sin contar las de Karachipampa y Telamayu). Por otra parte el excesivamente retrasado y problemático proyecto de litio y potasio a cargo de la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos, que empezó el 2008, recibió del Banco Central 309 M$us hasta 2015.
El Banco Mundial pronosticó para 2016 una caída de precios de metales del 10% en relación con 2015, lo que empeoraría la situación de Comibol, cuyas burocracia y estructura administrativa no guardan relación con su rol productivo (representó solo el 9% de las exportaciones mineras de 2014 con sus dos minas). Entre otros aspectos no se justifica que sus empresas filiales Huanuni, Colquiri, Corocoro, Vinto y Karachipampa tengan directorios. Entre 1952 y 1985 Comibol llegó a operar hasta 22 minas, con un directorio único en la oficina central de La Paz; su participación exportadora fluctuó entre el 53 y 75%.
Una exhaustiva auditoría debería establecer la real situación económica, financiera, técnica y administrativa de Comibol y servir de base para trazar medidas correctivas, que la hagan una empresa eficiente y bien manejada, y que no siga acumulando pérdidas que al final deben pagarlas todos los bolivianos.
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