Con cuatro goles de Luis Suárez y tres de Leo Messi, el Barça firmó una exhibición para destrozar al Valencia (7-0) y asegurarse, salvo sorpresa mayúscula en la vuelta, el pase a la final de la Copa del Rey. El partido fue un monólogo del equipo de Luis Enrique, que ofreció una de sus mejores actuaciones del año ante un rival con muchas dudas y que, además, jugó con diez toda la segunda mitad por la expulsión de Mustafi. Virtuosismo, velocidad de vértigo en las combinaciones, recuperaciones fugaces, electricidad en cada acción y mucha clase. Eso fue el Barça desde el primer minuto de un partido en que el salió a decidir la eliminatoria y lo pudo haber hecho antes del descanso. Fue una exhibición de un gran Barcelona, del juego coral de un equipo que después de las tres últimas victorias en las que se cuestionó su fútbol, quería reivindicarse frente a un temeroso rival .