Venezuela, uno de los grandes exportadores mundiales de petróleo y poseedor de las mayores reservas del hidrocarburo en el planeta, ha tenido que empezar a comprar crudo. La petrolera estatal venezolana Pdvsa adquirió en enero un cargamento de 550.000 barriles de uno de los crudos marcadores del mercado internacional, el West Texas Intermediate (WTI), a través de su filial en Estados Unidos, Citgo Petroleum.
La compra se hizo con el propósito de diluir en el producto estadounidense volúmenes de crudos pesados venezolanos "de menor valor en los mercados y de más restringida colocación" en la refinería de Curazao (nación insular de las antiguas Antillas Neerlandesas, vecina a Venezuela), que opera Pdvsa, según Reuters.
Para que esta transacción tuviera lugar, antes debieron cumplirse dos hitos históricos: en primer lugar, que a Venezuela se le hiciera necesaria comenzar a importar crudo, algo sin precedentes en sus 100 años de actividad petrolera. Varios lustros acumulados de gerencia errática y falta de inversión forzaron en 2014 a la industria petrolera estatal a encargar despachos desde Argelia, Nigeria y Angola. También desde entonces se importan combustibles y derivados, entre ellos gasolina de EEUU, para el abastecimiento interno.
Luego, en diciembre pasado Washington levantó la prohibición de exportar crudos desde EEUU, vigente desde hacía 40 años. El superávit de producción estadounidense, impulsado entre otros factores por el auge de la explotación de petróleo de esquistos (shale oil), permitió dar luz verde a la medida. (EL PAÍS de España)