La noticia de perfil
De acuerdo con mis instrucciones, mi colaboradora periodística no debe perderle pisada a nuestro propietario del Palacio Real de la plaza Murillo, tarea muy difícil de cumplir porque-como ella diagnosticó hace mucho tiempo-nuestro mandamás sufre de gusanera, terrible mal que impide a sus víctimas permanecer quietos y estables en un mismo sitio algunos días seguidos.
En efecto, al llegar la fiesta cívica de los orureños y al coincidir ésta con el famosísimo Carnaval, el Presidente Vitalicio decidió matar tres pájaros de un tiro y se trasladó a la ciudad folklórica para gobernar desde allí y rezar a la Virgen del Socavón y volver a tocar trompeta, cual lo había hecho cuando era mozuelo.
Durante pocos días mi fiel reportera continuó informándome de las múltiples actividades de nuestro polifacético orureño nacido en Orinoca y no me quedó más remedio que admirar su polifacética actividad que le permitió controlar la marcha del Estado Plurinacional, continuar con su campaña para triunfar en el referendo del 21 de febrero y al mismo tiempo participar de numerosas actividades folklóricas y carnavaleras.
Cuando mi comadritay cochabambina me dijo que ella no le perdió pisada al presidente Evo, le pregunté cómo ella se dejó sorprender con el intempestivo viaje presidencial al Brasil, donde ya seguramente se entrevistó con la presidenta Dilma Rousseff.
La sagaz cholita valluna me desconcertó con la siguiente respuesta: “Es que nuestro presidente quiso comprobar cómo es el Carnaval de Oruro sin Evo y cómo es el Carnaval de Brasil con Evo bailando samba”.
La pueril explicación de la cochabambina nacida en Quillacollo no me convenció y así se lo manifesté, pero ella que es muy sagaz trató de desviar mis deducciones y me dijo en medio de risas picaronas: “Nadie y menos un alegre y astuto orureño deja de bailar en medio de Los Diablos de Oruro, para bailar una samba con una presidenta que está a punto de caerse, pero más vale no imaginar resultados maravillosos”.
Como al frente de una cholita cochabambina soy poco imaginativo, prefiero seguir creyendo que se trata de una mera casualidad que nuestro alegre presidente salga del Carnaval de Oruro y repentinamente aparezca en el Carnaval de Brasil.
Mientras tanto yo seguiré bailando con Macacha, que es mi discípula en periodismo, pero es mi catedrática para bailar.
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