Buscando la verdad
“A veces no entiendo cómo puede caber tanto amor dentro ese cuerpo suyo, hacia su esposa”, me escribió un amigo, a lo que -conmovido por tal expresión- respondí sin titubear: “Es Dios, es Dios, es Dios”.
Una Hermana me dijo que yo era “suertudo” de tener la esposa que tengo… le dije que era así pues -como explica la Biblia- la suerte la decide Dios. “Siempre detrás de un buen hombre hay una gran mujer”, me escribió desde EEUU la Presidenta de una Universidad, algo que asentí diciendo que Dios tenía a mi esposa dentro de su plan para mi vida. Pero, más allá de las varias decenas de personas que escribieron, el halago que me causó mayor alegría al provenir de un acendrado católico fue “Felicidades amigo, por ese grandioso regalo de Dios, celebro con usted la confianza que Él le tiene. Felicidades a su esposa”, a lo que respondí que, al honrarme Dios con tan bella cónyuge, me propuse cuidarla y amarla siempre.
Todo esto se produjo a consecuencia de haber hecho yo una felicitación por Facebook a mi esposa, el 27 de enero pasado, debido a su cumpleaños.
Me sorprende ver la reacción de la gente cuando hago público un detalle afectivo para mi amada, sus curiosas expresiones -“¿de dónde saca tantas cosas?”, la “sana envidia” o “envidia de la buena”- y los comentarios que escriben en muro ante ¡una simple expresión de amor!
Hoy quiero agradecer a Dios porque hace 25 años, un 8 de febrero de 1991, dos jovencitos -Gary y Jannet, bastante flaquitos ambos, por aquel entonces- decidieron unir sus vidas en sagrado matrimonio, ilusionados en consolidar una bella historia de amor con aquel sublime “Sí, prometo”, de ser fieles y estar juntos en salud o enfermedad, en riqueza o pobreza, y amarse y respetarse hasta que la muerte los separe. Fue el Padre Juan Kurahashi quien bendijo el matrimonio y la renovación de votos -siendo cristianos ya- el Ap. Melitón Rosales.
Amada mía, en nuestras Bodas de Plata, aunque materialmente no pueda darte todo lo que mereces, debes saber que lo que escribo de ti y para ti, es lo que siento, queriendo mantener vivo nuestro primer amor que, de no haber sido por Dios, hubiera muerto, pasando nosotros a ser parte de una abultada estadística de divorcios, pero… Él tenía otros planes para vos y para mí...
A ti, mi amiga y compañera, mi amante fiel y ayuda idónea, mi Hermana en Cristo y madre de nuestros hijos Christian y Miguel, a ti te digo en estos primeros 25 años juntos: ¡Gracias por ser mi esposa, bendita seas! ¡Te amé, te amo y siempre te amaré!
El autor es Pastor y Anciano en el Centro Cristiano Evangélico “Casa de Oración”.
Facebook.com/Garyantoniorodriguezalvarez
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