F. Molina sobre Francovich

Siguiendo con la revisión de algunos de los trabajos de Fernando Molina, otro texto interesante de la colección pensadores bolivianos es “Guillermo Francovich”, edit. Gente Común (2011).

La introducción señala que “mientras vivió fue considerado el mayor intelectual boliviano, y sus escritos apreciados al punto de que no faltó quien lo propusiera al Premio Nobel. …Con el tiempo, sin embargo, su nombre se pierde de la memoria de las instituciones culturales, la academia y los medios de comunicación”.

Sus dos mejores ensayos serían: “Los mitos profundos de Bolivia” y “Todo ángel es terrible”. Una de sus críticas centrales sería que el país tiene como pulsión permanente y profunda: la refundación cíclica del Estado, a fin de que sirva a los intereses de la facción dirigente en cada periodo histórico”.

¡Qué evidente! ¿No estamos viviendo claramente en la actualidad esa pulseta entre la República que duró más de un siglo y el afán de crear el Estado Plurinacional, como un conjunto de 36 “naciones”, 16 de las cuales tienen menos de 1.000 habitantes? Aún más, ¿hay el afán de retroceder siglos, para volver a una Nación que tenga como capital a Tiahuanacu?, seguramente a la cabeza de un indígena, asesorado por intelectuales “karas”.

Por ello Molina define a Francovich como un “rara avis en un país que, por tanto, es antiinstitucional, desprecia lo económico, enaltece lo político y cree que el éxito depende de la oportunidad y no del estudio y el trabajo”.

El resumen sobre las ideas de Francovich es muy interesante para explicar el pensamiento y la conducta nacional. Estas “estarían divididas en tres grandes grupos. La primera, sus obras dedicadas al error, dirigidas a explicar los fenómenos psicológicos y sociológicos que impiden, en los distintos campos de la actividad humana, un ejercicio recto de la razón. En el segundo, se ubicarían los trabajos de recopilación y clasificación de las concepciones teóricas de los bolivianos y de la mentalidad nacional, es decir, los frutos de su labor como historiador intelectual. En el tercer grupo, estarían sus laboriosos esfuerzos para dar a conocer a sus conciudadanos los libros, autores e ideas que le impresionaban y atraían”.

En relación con el primer grupo, se centraría entre conocimiento y avance científico, basado en la razón, en la investigación, en la interpretación de los hechos naturales y biológicos. Pone como ejemplo la teoría de la evolución, “la cual ordena la historia de la vida como una sucesión de antecedentes que terminan en el hombre”. En torno al hombre ubica a éste entre “los ídolos de las cavernas”, los

“ídolos del foro” y los “ídolos del teatro”.

Entre los pensadores que habrían guiado, en parte las ideas de Francovich, se cita a Max Scheler que, en su opinión, “la ética de Max Scheler es formalista, como la de Kant, compuesta de categorías a priori que “moldean” las sensaciones durante el proceso perceptivo”.

Otro pensador que habría guiado a Francovich sería Blas Pascal: “genial matemático, gran escritor y regular pensador francés, partidario de reformar el catolicismo mediante el pleno retorno a San Agustín”.

Nuestro personaje habría escrito una segunda serie bibliográfica, la cual se inició con “Filósofos brasileños”, después de ser publicado éste en Brasil, fue reimpreso en Buenos Aires. Estos textos y otras investigaciones y publicaciones lo ubicaron en un contexto internacional que lo hizo conocido fuera de nuestras fronteras.

Aquí me detengo, ante la imposibilidad de reproducir más extensamente sus ideas y sus obras, en un artículo corto, pero sí invitando a mis lectores a seguir las obras y las huellas de los pensadores bolivianos, como lo hace con extraordinaria maestría Fernando Molina.