Es increíble cómo las “partes en busca del sí o del no en el referéndum del próximo 21 de febrero” están encontradas, mostrando posiciones antagónicas, buscando votos favorables a su conveniencia; pero, con fuerza increíble, señalando diferencias que el pueblo no entiende, no quiere comprender porque no puede concebir que personas que se sabe son civilizadas y entendidas en lo que se busca, estén en caminos de franco enfrentamiento.
El sí o el no será efecto de la conciencia popular, de su deseo de apoyar a uno u otro extremo; forzar a esa colectividad no es bueno, al contrario, es contraproducente porque los unos por querer perjudicar a los otros en el fondo sólo los apoyan con propaganda y publicidad barata, chabacana, fuera de la decencia que debería primar en una confrontación que debería definirse mediante el voto y no a través de posiciones ajenas a la simple decencia y buena educación.
Por creer que al decir lo que sea se conquistará al elector, se lanza todo tipo de acusaciones, se falta a la verdad inventando hechos que no han ocurrido o si tienen algo de cierto, son mínimos y no han sido causa o motivo de muertes, heridos y desgracias habidas en el país; pero la inquina, la ceguera y la ausencia de tacto determinan que surjan posiciones contrarias a normas de concordia, buena educación y respeto. Los unos, porque tienen el poder, y los otros, porque buscan ese poder, están inmersos en acusaciones, dichos y diretes que a nadie convencen, pero que hacen “sentir grandes y ganadores” a los autores de lo indebido.
El país está cansado de tanto improperio, de tanta conducta malsana, está aburrido y cansado de ser espectador de confrontaciones muy ajenas a la decencia, la educación y la honestidad. Se dice y se enrostra lo que querría que cada una de las partes sea verdad; pero para la colectividad se trata, simplemente, de demagogia, populismo, falso patriotismo y ausencia de conciencia de país. No hay, por supuesto, ningún respeto ni consideración por quienes serán votantes en el referéndum o, mejor dicho, plebiscito.
Lo extraño y anormal que ve la colectividad es que “por hacer propaganda y publicidad” para el sí o para el no, se confunde las razones del referéndum y se actúa como si se tratara de una elección de personas para ocupar altos sitiales de la República; se olvida que la convocatoria para el 21 de febrero tiene una razón definida, concreta y es si se votará no o sí para cambiar un artículo de la Constitución Política del Estado; entretanto, seguirán las mismas autoridades, se supone, hasta el año 2019.
Es preciso que el TSE diga algo, aclare situaciones y, sobre todo, convoque a la serenidad, la práctica de principios y valores, la renuncia a insultos a quienes buscan ser favorecidos con el sí o el no. El TSE, así esté totalmente favorable al oficialismo, debe llamar a la cordura y a la serenidad.
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