Al actual Gobierno le quedan cuatro años de gestión y se avecinan problemas económicos y sociales, como producto de la falta de planificación y de gastos fuera de la racionalidad. La situación financiera del país preocupa a los bolivianos, porque estamos endeudados por créditos de millones de dólares concedidos por varios países, entre ellos China. Actualmente se promete de todo y para cumplir proyectos se apela constantemente a préstamos a organismos internacionales, poniendo en riesgo la estabilidad del peso boliviano, ya que se avecinaría una devaluación monetaria, como está ocurriendo en países de América Latina. En nuestro caso sería por la rebaja de los precios del petróleo y de los minerales. Además nuestras reservas de gas disminuyen por no haberse intensificado la exploración de nuevos pozos gasíferos, situación que complica a YPFB. La caída del precio de los minerales es alarmante, por el cierre de minas, dejando en desempleo a miles de trabajadores. La única salvación sería la mantención del funcionamiento de la mina San Cristóbal.
A este panorama se suman las condiciones climatológicas, que están castigando a zonas agropecuarias, lo que repercute con el alza de precios de artículos de consumo popular, encareciendo las condiciones de vida de los bolivianos, puesto que quienes más sufren son los más pobres y necesitados, que son la mayoría de la población, que a su vez está expuesta a los vaivenes de la política. Además cuando baje la producción en el campo a niveles mínimos y para que la población no muera de hambre, se tendrá que intensificar las importaciones de productos.
Por otra parte diversos sectores sociales empezarán su lucha para lograr mejores salarios y contrarrestar las condiciones de vida negativas. Los trabajadores del transporte urbano y departamental han pedido aumento de tarifas, no consideran que muchos no usan gasolina en sus vehículos sino gas, lo que les resulta más económico y deberían mantener sus tarifas. Las universidades estatales sentirán la disminución de sus presupuestos por rebaja del IDH, como consecuencia de la caída de los precios del petróleo. La protesta se hará sentir en las calles.
También causa recelo la posibilidad de una devaluación monetaria, para compensar la caída internacional de precios. La política de bajos salarios y la caída de producción en la industria se ciernen amenazadoras sobre las espaldas de los trabajadores. Actualmente los grandes problemas de los bolivianos son la justicia y la salud. Se espera del actual Gobierno lo que tanto pregona, que los pobres gocen de la verdadera justicia a todo nivel, como tanto reclama la sociedad boliviana. La mayor parte de la población, pobre y necesitada, no está afiliada al sector de seguridad social y se encuentra desprotegida, sin los beneficios de la atención universal de la salud. Así vemos que muchos de los hospitales del Estado carecen de insumos necesarios en infraestructura y aparatología moderna.
Se promete millonadas a largo plazo y hasta ahora solo se mantiene el actual aparato de salud, con muchos años de servicio, viejo y obsoleto. La opinión pública se pregunta por qué se mantiene la actual situación, que afecta más a los pobres y necesitados. El país está preocupado por lo que viene después del referéndum, porque hasta aquí se ha mantenido solo a base de promesas, pero una realidad salta a la vista, vienen tiempos difíciles para Bolivia.
El autor es Profesor Emérito y ex Decano de Odontología de la UMSA.
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