La realización del próximo referéndum del 21 de febrero está llena de aspectos curiosos y hasta cursis que están provocando síntomas de desorientación y confusión entre la ciudadanía, pero que, finalmente, conducen a que ese evento electoral tenga matices definitivos en beneficio del país.
Uno de los primeros aspectos sorprendentes es que, por casualidades del destino, el referéndum se realice pocos días después de las fiestas del carnaval, por lo que ha recibido la denominación de carnavalito o corcova del carnaval, vale decir que por esa coincidencia, la elección entre el NO y el SÍ está dejando de tener seriedad. También el suceso se efectuará pocos días después de la fiesta de Alasita, cuando todo se reduce de tamaño e inclusive cae en lo risible.
De otro lado, la elección entre reformar y no reformar el artículo 148 de la Constitución está siendo vista entre la ciudadanía como una especie de votación colectiva solo a favor de dos personas, de tal forma que se eternicen en las funciones de gobierno, con la consideración de que quien pierde el poder ha perdido todo. Esa apreciación ha hecho pensar que la población tendrá que aceptar seguir viendo las mismas imágenes de los gobernantes, aunque ya esté cansada de mirarlas y escucharlas en una avalancha de publicidad pocas veces conocida.
La confusión al respecto es también notoria a partir de que la publicidad para el NO es poco perceptible, mientras la favorable al Sí está alcanzando proporciones notables y con base en la utilización de los recursos del Estado, así como de las formas de influencia de las que dispone el poder político cuando se encuentra en los altos niveles de gobierno.
Todos esos recursos, llevados hasta la exageración, tendrían, por supuesto, efectos negativos y, entre otros, provocan chascarrillos y chirigotas sin cuento que también provocan confusión, en particular porque las campañas ya pareciera que no giran en torno a la reforma de la Constitución, sino a una especie de plebiscito a favor individual, asunto muy ajeno al objetivo mismo del referéndum. Así mismo, se observa la actitud ecléctica del Tribunal Electoral que tiene actitudes a veces indefinidas, a veces parcializadas.
Pese a todos esos aspectos, la marcha hacia el evento del 21 de febrero avanza en forma incontenible y lo que hay que esperar son los resultados, sin que se pueda anticipar resultados contundentes. Sin embargo, es posible considerar que la opinión pública que busca definirse por el No o por el Sí, ya ha consolidado su voto y por más esfuerzos que haga la publicidad de uno u otro bando será muy difícil que cambie de decisión. En efecto, pareciera que la definición electoral para el 21 de febrero ya fue tomada en la elección de gobernadores y alcaldes, así como en el referéndum por las autonomías.
En todo caso, la “referenditis” no ha dejado de causar el cansancio de la ciudadanía tanto como la machacona propaganda oficialista que aparte de basarse en sofismas y repetición de conceptos, peca de un gusto que pueda agradar a los votantes. Así, la enfermedad podría tener efectos poco saludables para el paciente que en apariencia da muestras de alegría, mientras en su conciencia lleva la procesión.
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