Enfrentar la crisis mediante la integración

Tanto la CAF como el BID sostienen que América Latina podría enfrentar los problemas creados por la crisis, que es una desaceleración de la economía, mediante la integración. Expresaron que las instituciones multilaterales y la integración son “vehículos claves para enfrentar los desafíos que presenta el nuevo contexto socioeconómico”.

Coinciden ambas instituciones en que si los países latinoamericanos ven con seriedad y en profundidad las múltiples dificultades creadas por la crisis de precios del petróleo, de los minerales y de las materias primas, bien pueden encontrar en la integración o, mejor dicho, en unidad de emprendimientos, los remedios para derrotar a la pobreza y a las consecuencias de la crisis que afecta a todos. Creen ellos lo que es conciencia de la mayoría de los dirigentes del continente: que mientras América Latina no se una y se integre, no encare con la integración los problemas generales que afectan, será difícil superar problemas y, aun cuando no haya crisis, el destino de los países latinoamericanos es unirse con miras a conformar un gran polo de desarrollo y progreso.

Hay que convenir en que todos los procesos de integración que se intentó llevar a buen término, empezando por ALALC que luego resultó ser ALADI y otros que hubo en el continente, viejos nacionalismos, egoísmos políticos, complejos empresariales y falta de consecuencia de todos en aras de una integración latinoamericana, no fue posible. El último caso del Mercosur es, posiblemente, lo más patético porque los buenos caminos emprendidos se torcieron totalmente y primó en cada uno de los componentes, intereses creados y sentimientos nacionalistas que empobrecieron el proceso hasta hacerlo fracasar.

Existen viejos problemas en varios países latinoamericanos que bien podrían ser solucionados fácilmente en ámbitos de entendimiento y hermandad latinoamericana; pero las posiciones chauvinistas, los sentimientos patrioteros -en lugar de patriotas- y los complejos de creer que cada uno es mejor y puede más que el otro, y no aceptar que solamente un organismo dirija los aspectos económico-comerciales de todos los países, han boicoteado cualquier intento integrador.

En muchos empresarios del continente hay conciencia de integración, no obstante desavenencias, discordias y posiciones antagónicas, de la necesidad de imitar a la unión de Europa, a lo llevado a cabo desde su iniciación como nación en Estados Unidos y muchos otros procesos del Asia que han dado resultados magníficos y han permitido el desarrollo y progreso de muchos países. Será cuestión de que en cada país se tome conciencia de la urgencia de unir capacidades, emprendimientos y esfuerzos con miras a integrarse y, si es posible, concretar el sueño del Libertador Bolívar: la Patria Grande; un solo conglomerado de naciones que pueden alcanzar un desarrollo armónico y sostenido en bien de sus pueblos.