Hay que challar el Palacio

Nuestro país -como ustedes saben- tiene una sola raza que es la mestiza, siendo una prueba de ello que todos festejamos el carnaval y cuando llega el martes todos “challamos” nuestras viviendas, oficinas, terrenos, casas y edificios en construcción, camiones, autobuses, automóviles, motocicletas y todo bien que apreciamos, bajo la creencia de que mediante algunos ritos, nuestros bienes fructificarán y estarán protegidos.

Dentro de esa realidad, la cholita cochabambina y este su preceptor de periodismo hoy challaremos sus casas y terrenos en Quillacollo, su casa de créditos “Morgan” en La Paz, mi modesta vivienda en Obrajes y mi academia de tango en la ciudad de El Alto, que está cerquita del célebre motel “Devórame otra vez”.

Antes de cumplir con ese itinerario festivo con olor a pisco y a pólvora cohetinesca, me preocupó la suerte del Palacio Real de la plaza Murillo, donde mi discípula periodística desempeña sus funciones como corresponsal de esta columna, preguntando a Macacha si hoy martes sería challado, cual mandan nuestras costumbres carnavalescas.

La cholita valluna titubeó al responderme, pues según sus cálculos nuestro Presidente Vitalicio permanecerá en Oruro, ciudad en la que se encuentra desde la época carnavalera, siendo mayor su obligación permanecer allí en la efeméride departamental que es el 10 de febrero.

O sea que hoy el Palacio Real permanecerá cerrado por ser feriado nacional y por encontrarse ausente el propietario, deduciendo de lo anterior que nadie challará semejante casona histórica.

La buena voluntad de mi comadritay de challar el Palacio que una vez ya fuera quemado, quedando “kesti” hasta hoy, preocupó a mi bondadosa comadritay, quien me rogó que la acompañase hasta la plaza Murillo para que ella pudiera derramar un poquito de pisco en una las esquinas palaciegas, decir una pequeña oración en quechua para implorar al dios Momo suerte para su principal propietario.

Mi amistad con la cholita y mi parentesco espiritual son tan profundos que le dije: yo quisiera acompañarla en esa acción tan noble, pero no puedo ir con usted porque tengo que challar las casas y terreno de otros parientes míos, pero le presto mi potente motocicleta Harley Davidson para que pueda usted cumplir con tan noble cometido.

Así cumplí con mis tradiciones en lo que se refiere a este martes de challa, encontrándome nuevamente con mi comadre cochabambina nacida en Quillacollo después del mediodía para rendir culto alimenticio a un delicioso puchero cochabambino que merece por sí solo una crónica aparte.

Que siga el carnaval hasta el próximo 21 de febrero, llamado Carnaval del Referendo.