Chile no es un país fiable

Chile en la década del 30, del siglo pasado, atravesaba por una situación económica adversa y en consecuencia dejó de adquirir armamento, en contraposición a otros países de la región que buscaban renovar sus equipos bélicos. La decisión fue dada a conocer por su representación diplomática ante la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz, que sesionó en diciembre de 1936, en Buenos Aires (Argentina).

“Chile, que por su difícil situación económica actual no puede seguir armándose en la misma proporción que otras naciones de Sud América”, anotó la comisión chilena respectiva (“Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz - Informe de la Delegación de Bolivia”, 1937, pág.84).

Y ahora Chile, provisto de armas de última generación, gracias a la cuantiosa producción cuprífera de Chuquicamata, que otrora fue territorio boliviano, pretende poner a buen recaudo sus “conquistas” logradas a sangre y fuego en el Siglo XIX, promoviendo situaciones de incertidumbre, entre los países con quienes tiene problemas aún no resueltos.

No tiene otro objeto el “Plan Insulza”, que ahora que la demanda boliviana “pisa los talones” de los chilenos, busca el “reforzamiento territorial” en la frontera con Bolivia, de manera sospechosa. Ahora Insulza se digna sugerir, en este contexto, proyectos que pretenderían mejorar carreteras, puertos y aduanas que prestan servicios a sus vecinos. Hasta hace poco no le pasó por la mente algo al respecto.

Ojalá que mañana Chile no nos sorprenda con presencia militar en esa región fronteriza, con ese pretexto. Ello sería un pésimo antecedente en vista de que hay una demanda presentada por el país, en contra de Chile, ante la Corte Internacional de Justicia, con sede en La Haya, exigiendo diálogo bilateral para resolver el centenario conflicto marítimo. Ello sería el inicio de un hostigamiento, de una provocación y de intimidación, no sólo en contra de Bolivia sino en contra de otros países que fueron agredidos por el expansionismo anglo – chileno.

Chile siempre se ha vanagloriado de su superioridad bélica, infundiendo temor a propios y extraños, a sus amigos y enemigos. Hasta ha sembrado minas, en el pasado mediato dictatorial, poniendo en vilo la seguridad de las personas, cuyos artefactos explosivos aún subsisten, como señales de enemistad, suspicacia e intolerancia araucana. Mismas que ahuyentaron toda posibilidad de acercamiento bilateral, en la búsqueda de una adecuada e histórica solución al más que centenario encierro geográfico boliviano.

En este marco Chile intenta reanudar relaciones diplomáticas con Bolivia, priorizando el principio de intercambio de embajadores. Pero el vecino tendría que dejar de lado sus resquemores y ojerizas que alimenta en contra de Bolivia, por su reivindicación marítima. Y asumir la voluntad política que signifique escuchar, debatir y decidir, una salida al diferendo que se encuentra en La Haya.

En suma: el vecino no es un país fiable.