Mario J. Villegas Andrade
Cuando discuten sobre la elevación de pasajes entre las autoridades de la Gobernación, o de la Alcaldía con los transportistas, el único aspecto que unos y otros consideran es “el costo de operaciones”.
Discuten sobre el costo de los repuestos, el costo del mantenimiento del motor, el costo del combustible…, pero ni unos ni otros, ni las autoridades ni los dueños de los transportes, mencionan otros aspectos que son igualmente importantes.
Primero: Los trabajadores del volante se clasifican ellos mismos como pertenecientes al régimen diferenciado. Nunca pagan impuestos. Jamás se discute acerca de lo que ganan mensualmente. Un poco menos los que son asalariados, pero mucho, mucho más los propietarios de los transportes, algunos de los cuales poseen más de un vehículo. Lo sostengo porque conozco a más de uno que posee tres y hasta cuatro taxis, de los cuales solo uno acata los paros y los bloqueos mientras los otros siguen trabajando cobrando, eso sí, lo que se les antoja, aprovechando la necesidad de los ciudadanos, que urgidos por el perjuicio de los paros tienen que aceptar ser timados.
Segundo: Los transportes de pasajeros se convierten, por fuerza de la necesidad urgente de los usuarios, en transportes de carga, pues llevan, en cada viaje, más pasajeros de los que pudiera serles permitido. Las autoridades, que en algún momento trataron de poner orden en este aspecto, se vieron burladas y la prohibición de llevar más de un pasajero al lado del conductor fue ignorada y ya nadie pudo hacer respetar esa norma.
Los trufis han acondicionado sus vehículos y logran meter en ellos hasta 7 pasajeros. Y los minibuses logran meter más pasajeros acortando los espacios entre uno y otro asiento de modo que solo los niños podrían sentarse con comodidad. Las personas mayores tienen que separar las piernas para que sus rodillas no se claven en el respaldar del asiento de adelante. Pero además de eso, los conductores nunca creen que su vehículo esté totalmente colmado. Según ellos, siempre puede subir un pasajero más, aunque éste tenga que incomodar a los que ya están sentados y aunque los que siguen subiendo se tengan que apretar contra la puerta como sardinas. Así estos carros de “carga” circulan inclinados hacia la derecha con riesgo de voltearse al tomar las curvas.
¿Toman en cuenta estos aspectos quienes estudian “los costos de operación”?
¿Y qué decir del estado de las ventanillas? No abren ni cierran. Y de algunos conductores; desaseados.
Finalmente: cuando el pasaje se fijó en 2.40 Bs los conductores cobraban 2.50 Bs, alegando que no tenían cambio y solo devolvían 0.50 centavos. Ahora que se fija el pasaje en 2.60 Bs, se cobrará 2.80 Bs, con el mismo pretexto de no tener cambio.
¿Eso es lo que se pretende?
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