En años anteriores, casi como sentencia admonitoria, en muchos sitios del mundo se dijo que estos primeros veinte años del Siglo XXI el planeta confrontaría serios fenómenos naturales como altas temperaturas, deshielos en el polo norte, torrenciales lluvias, tormentas, tornados de toda intensidad, erupción de volcanes, terremotos, movimientos sísmicos de baja y alta intensidad, tsunamis, maremotos y otros; aparte de todo ello, se anunció, así, premonitoriamente, la presencia de muchas enfermedades calificadas como nuevas o no existentes hasta ahora en la Tierra.
Los extremos vienen sucediéndose con gran persistencia; alarma y preocupación hay en la población porque, efectivamente, nunca se tuvo la secuela de nuevas enfermedades que hoy afectan a la población y que no sólo ataca a poblados del Tercer y Cuarto Mundo que son los más pobres y desprotegidos; los males podrían afectar a Europa, Asia, Estados Unidos y, por supuesto, países del África, América Latina y el Caribe que ya soportan estragos de enfermedades llamadas dengue, fiebre hemorrágica, chicunguña y la última denominada “zika” que es un virus de la familia flavivirdae procedente de los virus del dengue y de la fiebre amarilla.
Según informes de la Organización Mundial de la Salud y de la Organización Panamericana de la Salud, el nuevo mal, zika, circula en 24 países de Latinoamérica y el Caribe, que su contagio determina malformaciones en los fetos y complicaciones neurológicas en las personas afectadas. Según las mismas organizaciones de salud, al igual que el dengue y el chicunguña, el zika se transmite por picaduras del mosquito “Aedes aegypti” o del mosquito “Aedes albopictus”. Al margen de estas enfermedades los casos de VIH-sida aumentan gravemente en el todo el mundo, especialmente en África.
Existe preocupación en las organizaciones de salud porque, hasta ahora, no obstante las investigaciones de laboratorio, no se han encontrado remedios para contrarrestar los efectos del zika y otros males y lo que se hace son tratamientos con paliativos, antiinflamatorios, combióticos y otros. En algunos países donde hay prácticas de “medicina natural”, la población recurre a ella pero sin lograr resultados que permitan vislumbrar ataques frontales al mal y lo que más se hace es cuidar las condiciones del clima, del agua, la desinfección ambiental, la sanidad de sitios que se ocupa y otras medidas colaterales que eviten la propagación del virus mediante los transmisores que son los mosquitos.
En nuestro país, especialmente en las regiones calurosas, los casos de dengue, chicunguña, fiebre amarilla y sida cobran muchas víctimas pese a labores de prevención y tratamiento que realizan las organizaciones de salud en conjunción con médicos y personal sanitario. Será preciso que el Gobierno desarrolle planes de prevención en poblados muy calurosos, y realice fumigaciones en sitios donde hay agua estancada, en riachuelos, lagunas, etc., al margen de bocas de tormenta y alcantarillas para evitar la propagación del zika y otros virus.
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