Incremento de atentados y crímenes contra mujeres

La colectividad nacional vive preocupada por el hecho de que los atentados y crímenes cometidos contra mujeres han proliferado seriamente en todo el país. Parecería que aumentó la cantidad de hombres cobardes que descargan su furia y falta de hombría contra mujeres, hasta el extremo de que en lo que va del presente año, solo un mes, las estadísticas muestran 10 mujeres asesinadas. Lamentablemente, los casos de violaciones y golpizas aún no han recogido las estadísticas.

Todo muestra, ante la ola de asesinatos, atentados, asaltos, violaciones y maltratos de hecho y palabra a mujeres, que se han convertido en el “pan de cada día”, que poco o nada importan a la Policía, y menos a los componentes de las Fuerzas Armadas, por reprimir o poner coto a este tipo de hechos que no dejan tranquila a la población.

Son muchas las mujeres, los ancianos y los niños que sufren las consecuencias de palizas y violencias que se sufren tanto en hogares como en sitios públicos por asaltos, con fines de robar celulares, dinero o bienes que cometen quienes están dedicados al delito maltratando e hiriendo a las víctimas más débiles e indefensas, aunque muchos hombres también sufren por causa de asaltos y otros abusos. Lo grave es que ya se presentan hechos que parecen producto de venganzas por parte de gente que cree que descargando su furia y para “castigar” por supuestas ofensas o hechos, contratan a delincuentes avezados para que cometan los crímenes que se denuncia casi diariamente en todo el país.

Las ciudades de Santa Cruz, Cochabamba y La Paz son los principales centros urbanos donde más atentados contra los derechos humanos se producen y, a la vez, resultan ser los lugares menos guarnecidos por la Policía que parece haber adoptado el dicho “dejar hacer y dejar pasar” y los delincuentes, percatados de ello, aprovechan para cometer excesos de toda clase.

Muchas veces, hace décadas, se habló de utilizar a efectivos de las Fuerzas Armadas, acantonadas en las ciudades, cuando la Policía es rebasada, para patrullar y vigilar ciudades que corren peligro, que están desguarnecidas o cuentan con pocos efectivos policiales. Por otra parte, cuando se trata de resguardos que deben cumplir los policías, éstos -al estilo de la secta mormona- se agrupan de dos en dos o en más número y visitan mercados para servirse alimentos, se reúnen en algunas esquinas y poco o nada hacen como labor de vigilancia y, en los casos denunciados, no hay preocupación por averiguar cómo se han producido los atentados, a quiénes han causado daño y otros pormenores que bien podrían servir como elementos de investigación para dar con los culpables.

Las autoridades de gobierno anunciaron muchas veces la adopción de medidas para preservar la seguridad, pero en los hechos se muestra cuán poco se hace, no sólo por falta de efectivos policiales sino debido a descuidos o a costumbres del nomeimportismo, por lo que se deja indefensa a la colectividad.