La humanidad se encuentra, día a día, con noticias referidas a muertos, heridos, destrucción de bienes y muchos hechos contrarios a los derechos humanos por causa del ejército yihadista que obedece ciegamente las órdenes del Estado Islámico en su imparable carrera de atentados contra países, pueblos y personas que, así pertenezcan a la religión islámica, sufren las consecuencias de la insanía y vocación criminal de quienes buscan causar más víctimas y producir más daño.
Muchos países de Europa y del mundo, especialmente Francia, temen nuevas acciones terroristas y atentados. Últimamente, Damasco sufrió la muerte de 58 personas, víctimas de explosiones; casi simultáneamente, un ataque terrorista causó la muerte de 85 personas en Nigeria. Siria continúa, imparablemente, sufriendo atentados y muerte de centenares de personas. Las amonestaciones del Papa, de Naciones Unidas y del mundo en general, no sirven de nada porque el fanatismo, el odio y la sed de sangre pueden más y causan más muertos, heridos, luto y lágrimas en miles de familias que querrían vivir en paz.
Las fuerzas terroristas han sufrido, últimamente, la muerte de casi 10 mil personas por 80 bombardeos que realizaron aviones de Rusia, Estados Unidos, Francia y otros. Nada significa para el Estado Islámico la muerte de sus partidarios porque ellos tienen medios para reclutar a hombres, mujeres, ancianos y hasta niños para entrenarlos en acciones guerrilleras; nada significa la vida para quienes, en el hiyadismo, están convencidos de que “no pueden cesar las luchas mientras el mundo no abrace la religión musulmana”.
No hay respeto ni consideración alguna para los derechos humanos y se recurre al baño de sangre con el falso criterio de que “la sangre convencerá y traerá más militantes al ejército islamita”. Falso argumento porque el mundo rechaza toda acción guerrillera que derive en terrorismo y odio para países, pueblos y personas inocentes. Solo el armamentismo y el narcotráfico pueden justificar lo que se hace en Siria y otros lugares donde se mata, se destruye y se amenaza. El armamentismo del país que sea, es el autor más criminal de lo que ocurre hoy con el terrorismo por proporcionar armas, aviones, vituallas y todo lo que sirva para hacer del hombre el peor enemigo del hombre.
La guerra sin cuartel desencadenada por el EI no puede tener justificativo alguno y debería cesar inclusive en beneficio de los propios familiares de quienes, parapetados en cuarteles donde se enseña a matar y destruir, podrían sufrir las consecuencias de atentados, luchas y bombardeos que se hace a ciudades y pueblos. Naciones Unidas, Francia, Rusia y Estados Unidos conjuntamente muchas organizaciones humanitarias deberían encontrar los mejores medios pacíficos para que la guerra en Siria termine, para que el EI comprenda que las muertes que ocasiona no arriendan ganancias a nadie y, al contrario, sólo causan dolor, lágrimas y luto en pueblos que ellos dicen amar en nombre de Alá.
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |