Hace algunos años, en esta misma sección publicamos una nota titulada “¿Quién le pone el cascabel al gato?”. En la misma, el comentario estaba referido al permanente abuso que sufre la ciudadanía paceña por parte del sector del transporte público en lo referente al trato, servicio y cobro de tarifas (al capricho de muchos conductores).
Ahora nuevamente, con sus acostumbrados métodos de presión y con base en bloqueos sin misericordia, lograron un aumento de tarifas utilizando toda clase de pretextos también sobradamente conocidos, tales como: “aumento del costo de vida”, “subida de impuestos”, “poca ganancia”, etc.
HIPOCRESÍA
No es una exageración afirmar que todos esos famosos y risibles argumentos no tienen veracidad y son, nomás, el producto de lo que en idioma castellano se denomina como hipocresía. ¿Y qué es la hipocresía? Según el diccionario, es la “afectación de un sentimiento que no tiene una persona” y es también un “sinónimo de falsedad”.
LA REALIDAD
Por todo lo visto y oído a lo largo de muchos años respecto a este problema del transporte público y sus tarifas, hemos podido comprobar que este trabajo, si bien es honrado y hasta sacrificado, es nomás uno de los más rentables y por ese motivo es que mucha gente (inclusive con títulos profesionales universitarios), se dedica a esta actividad.
Todos los ciudadanos que tienen sus vecinos o amigos dedicados al transporte público, ríen sonoramente cuando escuchan las quejas y lamentos de propietarios y conductores de taxis, buses y minibuses.
En pocos años o meses, una gran cantidad de estos “trabajadores del volante” que inician su labor con un solo motorizado, aparecen súbitamente con otro nuevo y de mayor precio que le sirve también a otro componente de la familia (hermano, hijo, cuñado, esposa inclusive) para continuar en la actividad rentable.
Y esta apreciación no es una calumnia; es algo común que todo ciudadano observa permanentemente.
Y si todo lo comentado sucedió con los precios anteriores ¿qué ocurrirá ahora que el costo de los pasajes fue elevado? ¿La ganancia ya no será de un coche nuevo, sino de dos o tres? Veremos, veremos.
EL FAMOSO CASCABEL
Sintetizando y haciendo alusión a la famosa fábula: nadie, nadie ha podido “ponerle el cascabel al gato”.
El gato (el transporte público), seguirá haciendo de las suyas y devorando (económicamente) a los inocentes y necesitados ratones (los ciudadanos paceños) por los siglos de los siglos.
Amén.
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