Clepsidra
Este domingo los bolivianos acudiremos por enésima vez a las urnas, con el muy discutible propósito de aceptar o rechazar, mediante un referéndum, la reforma de un solo artículo (168) de la reciente y cruentamente aprobada Constitución Política del Estado, enmienda que dará paso a abrir la Carta Magna, solo para satisfacer el capricho de dos personajes que ansían prolongar sus mandatos, teniendo todavía cuatro años de gobierno por delante.
Si tan urgente y necesario era acometer dicho cambio, ésta era la oportunidad para introducir reformas más útiles que el del mencionado artículo y proceder, por ejemplo: con la reforma a la justicia, al régimen policial, al de las FFAA, etc.
Normalmente, se cambia lo que está mal hecho o mal concebido y no aquello que estuvo bien hecho y no existía razón valedera para cambiar, tal es el caso del artículo 168, salvo que su reforma obedezca a intereses de orden estrictamente personal y no colectivo, pues, a más de constituir un atropello a nuestros más elementales derechos ciudadanos, abre una peligrosa brecha jurídica, capaz de ser utilizada en el futuro por cualquier déspota que pretenda eternizarse en el solio presidencial.
No es ningún secreto que los diez años de bonanza pasados, gracias a los altos precios de nuestras materias primas, han sido una coyuntura mal aprovechada que, luego de pasado este ensueño, nos dejará una gran incertidumbre en el futuro manejo de nuestra economía.
Es fácil prever que al más mínimo remesón, como fue el escándalo de la dama de azul, cuyas repercusiones futuras están todavía por verse, nos traten de sumergir, mediante hábiles piruetas funambulescas, en parajes donde por ver el árbol, perdamos la visión del bosque entero, como acaba de ocurrir con el citado embrollo, donde no se trata de medir los niveles de testosterona del protagonista o de constatar que ya estamos inmersos en una sorprendente falocracia, sino de cuantificar el daño económico que este lío significa para los bolivianos, al dejar semejante millonada de dólares en manos de una sola empresa china que, como barbero de pueblo, cumple todas las funciones que uno podría imaginarse.
Entretanto, un sesudo análisis de “Mujeres x Justicia” indica que, la dinámica oficial hecha para ganar la consulta, se traduce en un sorprendente crecimiento del Padrón Electoral que, para el año 2005 arrojaba una cantidad de 3.091.707 inscritos, cifra que para el año 2009 se duplicó hasta los 6.243.168. Tal incremento se justificaría si la población hubiese crecido en esa misma proporción empero, según el censo de 2001 éramos 8.274.325 habitantes y el censo de 2012 nos cuenta a 10.389.913 habitantes ergo, la población no se duplicó como el padrón electoral.
Si solo hubo un aumento poblacional de 2.115.588 habitantes de todas las edades, ¿cómo el padrón electoral podría crecer a 3.151.461 votantes? ¿De qué manera aparecen 1.035.873 votantes extras? Lo que significaría que todos los nuevos habitantes tendrían que haber votado por el MAS y/o ser mayores de 18 años. Estas son cifras que NO cuadran, y no cuadran ¡porque NO!
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