El Secretario General de las Naciones Unidas ha sostenido la necesidad de un “debate amplio sobre las drogas en la cumbre a realizarse en abril próximo”. Naciones Unidas, desde siempre, ha sostenido la urgencia de combatir al letal negocio de las drogas alucinógenas por los inmensos daños que causa a la humanidad; pero, lamentablemente, todo lo que ha resuelto, los enunciados que ha emitido, las promesas y programas que se han formulado han quedado en nada y, como contraparte, el letal negocio ha crecido imparablemente. El dirigente del organismo mundial considera que “en primer lugar se debe tener en cuenta los derechos humanos cuando se quiere combatir a las drogas”. “En todo el mundo las drogas ilícitas promueven la violencia, impiden el desarrollo sostenible, ponen en peligro a comunidades y dañan la salud de la gente”.
Se trata de un “problema global porque está interconectado con la corrupción, el terrorismo y los flujos ilícitos de dinero. Aquellos que trafican con drogas ilegales también pueden estar involucrados en tráfico de personas, secuestros, contrabando de armas, asesinatos y otros crímenes”, dijo. Lo importante sería que en la cumbre anunciada para abril, los miembros del organismo internacional tomen en serio su misión de preservar a la humanidad del letal negocio porque lo que se hizo hasta ahora, desde la década de los años 60 del siglo pasado, son paliativos, luchas intrascendentes, tibias campañas de educación y prevención. Se han realizado reuniones internacionales para combatir a los empresarios de las drogas, se apresó a muchos dirigentes que hacían ostentación del dinero que poseían; pero, los resultados siempre han sido los mismos: aumento del negocio y muerte de centenares de miles de personas con el aditamento del sufrimiento de millones de familias y mayor pobreza de muchos pueblos.
Los países inmersos en las Naciones Unidas tienen que convencerse de que la humanidad es víctima de varios enemigos: narcotráfico, armamentismo, corrupción, crimen organizado, trata de personas y de órganos, imperio del contrabando. Se tiene conciencia en todos esos países de que el armamentismo, conjuntamente el narcotráfico, son organizaciones que tienen poderes políticos, económicos, y de toda índole; que ambos cuentan a su favor con pueblos y gobiernos que fácilmente se venden o prestan a seguir con la fabricación de armas y con el tráfico de drogas ilícitas. Hay coincidencia en fines y objetivos en ambos, porque su razón de ser es obtener incalculables ganancias financieras mediante la muerte de millones de personas.
Combatir a las drogas ilícitas es luchar contra todos los males y enfermedades que generan a través de quienes consumen, se hacen adictos y pierden todo para continuar en su acción, cuyas consecuencias son enfermedades de todo tipo, crímenes, secuestros, asesinatos, asaltos y robos, destrucción de familias y atentados contra los derechos humanos. Las drogas causan daños imprevisibles desde el mismo momento en que empieza su consumo, males que son de efecto inmediato y a largo plazo. Naciones Unidas pretendería encontrar medios para combatir al narcotráfico y, al igual que la reunión de 2009, sólo ampliará el tiempo de vigencia para que se perfeccione la industrialización, el tráfico y consumo que, además, cuenta con aliados, propagadores y defensores que son los adictos que difícilmente dejan los vicios que son incondicional apoyo a las drogas sin cuyo consumo creen ellos que no podrán vivir. La dependencia es tan absoluta que anula la salud y hasta la vida de millones de personas.
Para los países ricos, “los productores son culpables del crecimiento del narcotráfico” olvidando que es la demanda de los consumidores la que obliga a la mayor fabricación y oferta. Olvidan esos países que la causa principal para la fabricación y propalación de las drogas es la pobreza, el subdesarrollo en educación y salud, es la carencia de empleo y posibilidad de alcanzar buenas condiciones de vida que obligan a elaborar, apoyar y comercializar las drogas. Quienes laboran para los narcos reciben el pago por sus servicios: 50% en dinero y 50% en droga para que la vendan y al no poder hacerlo personalmente, encomiendan esa labor a su esposa y ésta a sus hijos que, más a la corta que a la larga, “prueban” el producto y se convierten en nuevos adictos, defensores y promotores del más tenebroso negocio que impera en todo el mundo.
Naciones Unidas tendría que cumplir consigo misma y con los países ricos que la integran, combatiendo a la pobreza y esto es posible conseguir con inversiones en naciones productoras para crear riqueza y generar empleo, vencer al analfabetismo y a la ignorancia, destruir los focos de corrupción y promover, mediante la educación y la salud, la práctica de valores y principios. No son las reuniones de alto nivel, ni las cumbres en que se dicen muchas palabras sin contenido práctico las que vencerán al letal negocio de las drogas y, menos, por supuesto, sabiendo que éste cuenta con el apoyo y la decidida y eficaz colaboración del armamentismo que, a su vez, es generador de muchos males que asuelan a la humanidad.
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