Freddy Zárate
Actualmente la figura de José Félix Reinaga (1906-1994), más conocido como Fausto Reinaga, goza de un renacimiento ascendente en el campo de las ideas. Es considerado –por sus partidarios– como el gran escritor del pensamiento político indio. Los libros de Reinaga tienen títulos muy seductores a los evocadores de la indianidad: Tesis india (1971), Revolución india (1970), Poder indio (1974), entre otros. Las ideas trazadas por Reinaga no son novedosas ni son prerrogativas únicas de este autor. El otro gran animador de ideas autóctonas fue el escritor Fernando Diez de Medina (1908-1990), quien concibió Thunupa (1947), Nayjama (1950), La teogonía andina (1973). Curiosamente estos autores comparten una amplia producción literaria sobre este tópico y reflejan posiciones cambiantes en su accionar político.
Ambos publicistas a partir de la década de los años 40 se adscribieron al nacionalismo revolucionario. Una vez que toma el poder el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Reinaga y Diez de Medina justificaron al régimen a través de escritos y ocuparon cargos en la esfera pública. Las pugnas internas partidarias hacen que sean desplazados de la cúpula movimientista. Al apartarse del partido rosado se hicieron críticos al proceso revolucionario. En 1964 Fernando Diez de Medina reaparece en la dictadura del general del pueblo (René Barrientos Ortuño).
La postura gelatinosa de ambos apologistas de la indianidad tuvo como desenlace el apoyo a la dictadura de Luis García Meza (1980-1981). El amauta Fausto Reinaga escribió Bolivia y la revolución de las Fuerzas Armadas (Ediciones Comunidad Amáutica Mundial, 1981). El autor empieza sentenciando: “El 17 de julio de 1980, cuando mi péñola esculpía las últimas páginas de El hombre, estalla la Revolución de las FFAA; y en su primer discurso el Presidente de la República, Gral. Luis García Meza, clama: ¡El imperativo cósmico es que el hombre haga lo que es su deber!”. En el recorrido del texto se hace recurrente el designio que Reinaga espera del gobierno autoritario: “La Revolución del 17 de julio de 1980, tiene el imperativo categórico: sacar del cerebro de Bolivia a Cristo y a Marx (…). Las FFAA de 1980 tienen que hacer no una revolución del hambre; tienen que hacer una revolución del cerebro”. Reinaga enfáticamente señala las consecuencias que sufrirían a todos aquellos que estén en contra de ese régimen: “Los delitos contra la revolución: el sabotaje, la huelga, la murmuración malintencionada, la provocación, la guerra psicológica, la propaganda política comunista o nazifascista, la conspiración, la subversión, el levantamiento a mano armada; en suma, todo ataque intelectual o de hecho a la revolución, será castigado con la pena capital (…). Si los comunistas vuelven y llegan al poder; si los comunistas triunfan; si los comunistas derrotan a la Revolución del 17 de julio de 1980, ya saben las FFAA qué destino les espera: ¡Les espera el farol de Villarroel!”. En palabras del Ministro del Interior Cnel. Luis Arce Gómez: “Todos aquellos elementos que contravengan al Decreto Ley tienen que andar con su testamento bajo el brazo”.
Del mismo modo Fernando Diez de Medina en su Libro de las ideas (vol. II, memorias), catalogó al golpe militar de Luis García Meza como revolucionario. Con respecto a la personalidad del dictador escribió: “Es honesto, patriota y muy sabido. Lo animan buenos propósitos. Sabe mandar. Está en todo. No es vengativo. Cristiano sincero. Mira de frente. Maneras enérgicas que esconden un fondo jovial (…). Conoce el país, sus problemas y sus gentes. Desde el primer día muy posesionado de su alto cargo. El militar inspira respeto, el hombre atrae”. El apoyo al régimen castrense fue compensado al ser nombrado Asesor de la Presidencia.
Ambos evocadores de la indianidad fueron cambiantes en sus posturas políticas. Tal vez hicieron mal sus cálculos políticos, creyeron como muchos que ese régimen iba a durar veinte años –como lo aseguró el propio García Meza– y para congraciarse con el dictador le dedicaron loas farragosas. O tal vez fueron unos desubicados indianistas. Las lecciones de la historia nunca terminan de enseñarnos y recordarnos ciertas similitudes con la actualidad. En lo teórico son los grandes defensores del pueblo, son la voz de los oprimidos, enemigos de la injusticia, y estos mismos personajes en su accionar actúan no necesariamente mejor que las criticadas y enraizadas prácticas de nuestra cultura política.
El autor es abogado.
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