Adoración Ayllón Zapata
Lo que se utiliza se desarrolla, y lo que no se atrofia, según Hipócrates. Por ello, los malos hábitos alimenticios y la falta de ejercicio, que sustituimos por sentarnos en el sofá, nos llevan a padecer problemas de salud y a posibles riesgos en nuestro cerebro.
La OMS advierte de que al menos un 60% de la población mundial no realiza la actividad física necesaria. A esto hay que sumarle las horas que pasamos delante del televisor, una media de 4 horas diarias, a pesar de que se considera un riesgo para nuestra salud intelectual superar las tres horas por día. Y no digamos ya las que pasamos ante el ordenador,
Los estilos de vida sedentarios constituyen una de las 10 causas fundamentales de mortalidad, morbilidad y discapacidad. Además, es el segundo factor de riesgo más importante para la salud después del tabaquismo. El sedentarismo duplica el riesgo de padecer enfermedades como la obesidad, la diabetes tipo II o complicaciones cardiovasculares. Del mismo modo, incrementa la posibilidad de sufrir osteoporosis e hipertensión arterial. Esta inactividad física provoca 3 millones de muertes al año.
La constancia en una moderada actividad física reduce los riesgos expuestos. Gracias al deporte, no sólo nos sentimos mejor físicamente y de salud, sino también psicológicamente. El deporte hace que nos evadamos de los problemas, nos socialicemos y nos sintamos parte del grupo, mejoremos el estado de ánimo, reduzcamos el estrés, etc. Sin embargo, esto no quiere decir que las personas sedentarias que son delgadas no padezcan los efectos de la inactividad. El doctor García Muro asegura que “Hay estudios que confirman que mueren más delgados sedentarios que personas con sobrepeso activas”.
Los riesgos para nuestro cerebro no son tan conocidos por el público, pero sí se han estudiado. Los autores de una investigación sobre las consecuencias que tiene el sedentarismo en nuestro nivel intelectual, afirman que “Bajos niveles de actividad física y altos niveles de consumo de televisión o el ordenador durante la juventud y la edad adulta se asocian con peor rendimiento cognitivo al llegar a la mediana edad”. Esta conducta nos lleva a tener una peor capacidad cognoscitiva y un procesamiento más lento de la información. En una charla informal una persona adicta al teléfono móvil puede perder el hilo de la conversación de forma espontánea. Porque la televisión y el móvil nos tienen atados y perdemos capacidades como la concentración.
En los países desarrollados los hábitos sedentarios son más comunes. La tecnología nos ha hecho ser más perezosos. Inventos como el Neopatini o los móviles que nos permiten tener todo a mano, hacen que movernos sea una odisea.
Adoración Ayllón Zapata es periodista.
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