Los chilenísimos, considerados también como los resabios del antibolivianismo del Siglo XIX, siempre han eludido el debate en torno al tema marítimo, de cara a la historia y los hombres, en todos los tiempos.
Con esa actitud no hicieron otra cosa que obstruir el entendimiento bilateral, que buenamente hubiera contribuido a la solución del centenario diferendo. Hubiera evitado, inclusive, que Bolivia interponga su demanda en la Corte Internacional de Justicia, en La Haya, hecho que ha reavivado el prurito antiboliviano, en el país vecino. Y habría repuesto, posiblemente, la amistad y confianza boliviano-chilena, en la perspectiva de construir días mejores.
Pero los chilenísimos, como consta a propios y extraños, no ocultaron el interés que tienen por el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Bolivia, a nivel de embajadores. Lo hicieron, de manera permanente y sistemática, desde hace aproximadamente 50 años, mediante sus gobernantes que, en algunos casos, se autoproclamaron de izquierdistas o por aquellos de tinte derechista.
En este contexto el presidente de Chile, Salvador Allende, expresó, hace más de 40 años, su “deseo de buscar un camino rápido para reanudar relaciones con Bolivia”. Véase Presencia, de La Paz - Bolivia, de fecha 9 de diciembre de 1970. Acá Allende, sensiblemente, no menciona, ni remotamente, el problema marítimo sino que su deseo fue acelerar los pormenores relativos al restablecimiento de relaciones diplomáticas boliviano - chilenas.
“Con Bolivia, por ejemplo, podríamos desarrollar una gran industria petroquímica conjunta y si llegáramos, dentro de la mayor comprensión al empleo de las aguas del Titicaca, podríamos hacer del desértico norte chileno, un gran vergel”, agregó Allende.
Actualmente las representaciones consulares tienen en sus manos la tarea de promover acciones de aproximación de ambos países en diferentes actividades. Chilenísimos, entre civiles y militares, que han permitido el sembrado de minas, de suspicacias y de otros despropósitos, reñidos en absoluto con la paz y la tranquilidad, en el afán de blindar todo aquello que despojaron a Bolivia, a partir de la salvaje invasión de 1879. Un hecho que ha sido marcado por el abuso, por la prepotencia y la agresión araucana, en esta parte de América del Sur. “Nuestro país, al igual que muchos, jamás ha agredido a ninguno. Podemos afirmar con legítimo orgullo que ni un solo centímetro del territorio boliviano fue ganado en guerra internacional”, dijo el Canciller boliviano, Edgar Camacho Omiste, ante el XXV Periodo de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, en fecha 24 de septiembre de 1970.
En suma: Chile busca el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Bolivia en el marco de sus intereses nacionales. No es otro el objetivo chileno.
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