Don Andrés de Santa Cruz, en sustitución de los cabildos establecidos para la administración de la ciudad en el coloniaje, organizó la “Administración Comunal”, compuesta por Concejos y distribuida entre “Concejales”, quienes eran elegidos por la Corte Superior de Distrito como “Patricios Notables”.
“Andrés de Santa Cruz, Cap. Gral. Presidente de Bolivia, Gral. de Brigada de Colombia, Gran Mariscal Pacificador del Perú, Supremo Protector de la Confederación Perú Boliviana, condecorado con las medallas del Ejército Libertador, de los Libertadores de Quito, de Pichincha, Junín, de Cobija y con la del Libertador Simón Bolívar. Gran Oficial de la Legión de honor Boliviana y de la Nacional del Perú”.
Considerando:
“Que la conservación y progreso de los establecimientos y obras de utilidad pública de cada cantón y provincia no pueden asignarse con éxito sino a “Patricios Notables” quienes se hayan distinguido en su respectivo domicilio por patriotismo y por una conducta honrada e intachable”.
DECRETA:
“Que los Concejos de las capitales de provincia se comprenderán por cuatro Patricios Notables según el orden del nombramiento”.
Para obtener cargo de “Patricio Notable” era necesario:
1.- Tener una propiedad raíz, rustica o urbana, ejercer alguna profesión o poseer una industria para ser elector de junta departamental.
2.- Tener domicilio establecido y ser hijo del lugar.
3.- Haberse hecho “Notable” por patriotismo.
4.- Ser casado.
5.- No pueden ser nombrados “Patricios Notables”, los jefes políticos y militares, los eclesiásticos y los seculares de órdenes mayores, los oficiales y soldados del ejército.
Las elecciones eran realizadas el primer domingo de diciembre indefectiblemente, interviniendo dos partidos políticos: el Partido Demócrata y el Constitucional o el Partido Republicano y el Partido Liberal.
El voto era calificado, no podían sufragar los analfabetos, el ciudadano leía la lista de “notables”, tachaba el nombre de cualquier candidato y votaba. Así se elegía a los Concejales, quienes a su vez decidían el nombramiento de Presidente del Concejo. El voto era secreto y el escrutinio a “viva voz”.
Según el “Reglamento Orgánico de los concejos”, su obligación era: velar por los establecimientos públicos de educación, los de beneficencia, los hospitales y las escuelas de primeras letras del departamento.
Cuidar los cementerios públicos, los mercados y abastos, las boticas, hospitales y escuelas, llevar un libro titulado “Crónicas del Departamento” para anotar en él los sucesos acaecidos durante su gestión.
No podían asistir a las sesiones sin el “Bastón de Mando” y sin la divisa de la cinta tricolor.
Al término de su mandato los munícipes debían hacer un informe al pueblo, veamos la “Memoria del Presidente del Consejo Municipal de La Paz en 1878”, del Patricio Notable D. Pacifico Montenegro:
“Al pueblo de La Paz, fuente del municipio que he tenido el honor de presidir, de dar cuenta de los actos y este deber cuya violación trae responsabilidades morales, cumplo con harta satisfacción esta tijera de memoria, que creo debe corresponder a la naturaleza de tan democrática institución”.
“En los hospitales se ha comprado colchones y frazadas. Un cáliz de plata galvanizada de una figura elegante, un misal, “lo más lujoso que se conoce” y además útiles de locería en calidad de repuesto. En el Hospital de Mujeres se ha trabajado en medio patio una glorieta de flores y arbustos. También se ha abierto una gran ventana a la calle que da ventilación completa a las salas de enfermeras. Se ha arreglado las pilas como la de San Francisco, que por muy viejas se desarreglan, la de San Sebastián, la de Santa Bárbara, la de la Merced. La del Cuartel Sucre y la del Colegio Ayacucho que hace tiempo habían estado destruidas, han sido arregladas y entregadas corrientes para el uso de la juventud estudiosa”.
“Se ha normalizado el alumbramiento por gas, mediante una pequeña reforma que se ha hecho de la escritura principal con los empresarios, aumentándose un boliviano cincuenta centavos por cada “pico de gas”. Después de más de cinco años, por fin se ha blanqueado todos los lienzos y fachadas de las casas, dándose principio por los edificios municipales. El teatro, sin embargo de que en cada función dramática no faltan ciertos individuos “conocidos” que se llevan por docenas las almohadillas de los asientos, se encuentra decentemente parlamentado con el gabinete cerrado y la hermosa decoración de bosque que se ha comprado a don Joaquín Bigalt.
Eso y mucho más es para el recuerdo de aquellos hermosos y límpidos días de antaño, que se fueron para no volver.
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