Sara Mosleh Moreno
El rencor es un enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. Es un conjunto de emociones y pensamientos que nos conectan con el dolor, con algo que nos ha ocurrido y ante lo cual hemos sentido impotencia o no hemos logrado responder. Por lo general, cuando alguien nos hace algo que consideramos “malo” o “injusto” solemos sentirnos heridos y enfadados. Tras el estallido de ira inicial, muchas veces el tiempo enfria la ofensa y termina por disolverla. Sin embargo, en otras ocasiones lo que ocurre es que la herida se agrava, el dolor se enquista y aparece el resentimiento hacia la persona que nos lo ha causado.
Si bien este sentimiento, como casi todas las emociones negativas, es un mecanismo de protección que nace tras el dolor para que éste no caiga en el olvido, el rencor puede convertirse en nuestro peor enemigo y transformarnos en personas frustradas y obsesivas, cargadas de emociones negativas que nos enferman fisica y mentalmente. “Tener rencor es como tomarse un veneno esperando que se muera el otro”, afirma Víctor Salamanca psicólogo del gabinete DesQbre.
Perdonar no es nada fácil y mucho menos cuando nuestro ego y orgullo se alían para que lo consideremos un regalo inmerecido que hacemos a quien nos ha agraviado. Sin embargo, no es el destinatario del perdón, sino la persona que lo concede, quien más gana con él. Perdonar es un acto de empoderamiento con el que nos liberamos de una nociva carga emocional que afecta a nuestras relaciones y nos impide avanzar.
Para disolver el rencor es necesario un perdón sentido, sincero y auténtico. Esto no quiere decir que haya que olvidar los recuerdos dolorosos o negar el derecho a hacer justicia a la persona que ha sido herida. Puede que perdonemos a alguien pero sintamos la necesidad de proteger a futuras víctimas o excluir al perpetrador de nuestras vidas o de la sociedad. Y tampoco significa tener que entender al otro; si bien es más fácil superar el resentimiento si se conocen los motivos que han llevado a la otra persona a hacer daño, muchas veces no existe una explicación lógica, y lo único que conseguimos si seguimos ese camino es adentrarnos en un laberinto de difícil salida.
El perdón consiste en renunciar a esos sentimientos de ira, resentimiento y dolor; en pasar página y olvidarse de la venganza; en liberarnos del rencor acumulado y en dejar que cicatricen nuestras heridas. No en vano, la raíz griega de “perdón” significa “cambiar y alterar”. De ahí que perdonar sea una oportunidad para limpiar nuestro presente, cerrar las puertas al pasado y construir un buen futuro.
La autora es periodista.
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