No sin razón se dice que después de esta consulta al pueblo, tenemos un país dividido, partido en dos, como señala el resultado del Sí con el 51,3% y el No con el 48,63% al 92,72% de votos válidos emitidos, según el Tribunal Supremo Electoral. Si bien, pocas veces en nuestra historia tuvimos unidad, no hay duda que la denominación constitucional de Estado Plurinacional plantea una sociedad fragmentada en varios grupos. Si esto es así, cuánto más se podría decir de mucho del contenido de la CPE. Todos están llamados a trabajar por una sincera unidad.
Una vez más recayó sombra de dudas en la rectitud y pureza de un proceso como el que acaba de concluir, causada por la lentitud del escrutinio general, prolongados y frecuentes “cuarto intermedios” y caídas del sistema, incrementando la susceptibilidad de los partidarios del No. Parecía inverosímil que una considerable ventaja del No en La Paz, en tiempo récord marque una diferencia de 11 puntos favorable al Sí. No solamente fueron susceptibilidades, cuando se denuncia el volteo de votos del No, por los minoritarios del Sí en algunas mesas de Obrajes. En Santa Cruz, la exasperación de los votantes por falta de material para iniciar el acto, dio lugar a la quema de algunas ánforas, sin que se hubiese dejado de exhibir papeletas marcadas.
El TSE atribuyó la tardanza del escrutinio a la distancia de las comunidades rurales y a la falta de caminos, sin embargo que vivimos el tiempo de la revolución de las comunicaciones. En las últimas elecciones de Venezuela y Argentina se dio a conocer el cómputo final a media noche de la misma jornada. Sólo el aumento de la desconfianza por el atraso, logró alguna prontitud en la conclusión de los resultados. El área rural siempre ha sido el campo adecuado para la manipulación del voto a cargo del “caballo del corregidor”. ¿Quién garantiza una puridad electoral en esa vasta región del país? Los observadores internacionales no llegan a las poblaciones críticas ni bastan para cumplir esa tarea.
No obstante, los comisionados de la OEA y Unasur han reeditado anteriores observaciones, en sentido de que se audite el padrón o censo electoral incluyendo su depuración y se modernice el sistema tecnológico. Las denuncias sobre duplicación y multiplicación de cédulas de identidad, en número de 600.000, es una asignatura pendiente que ni el actual ni anteriores Tribunales Electorales han acometido.
La calificación de “matonaje electoral derechista” contra el voto campesino, indígena -en palabras oficiales- a las últimas horas del proceso, se inclinan claramente al divisionismo y al distanciamiento del agregado social boliviano, subrayando un antagonismo campo-ciudad. Al fin y al cabo creemos entrar a una nueva alternativa política, necesaria para terminar con la siembra perniciosa de toda forma de divisionismo.
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