“La Historia en general es inviolable, no se la puede alterar, menos ignorar . Los bolivianos estamos experimentado que los gobernantes de Chile incurren en esto último, cuando sostienen que Bolivia nunca tuvo acceso propio al océano Pacífico. Pero como la mentira tiene patas cortas, al paso que vamos, nadie les cree. Incluso dentro de su propio país hay historiadores honestos que no admiten semejante falsedad”, ha escrito, con toda certeza, el periodista boliviano Alberto Zuazo Nathes (EL DIARIO, 18 de febrero, de 2016).
Chile, el mayor mitómano de la región, anduvo siempre fraguando cuentos, conforme relata Zuazo Nathes, con el propósito de encubrir su criminal agresión de 1879, en contra de la integridad territorial boliviana, cuyo despliegue militar le ha permitido ampliar sus líneas fronterizas, alterando la configuración del mapa sudamericano. No hubo guerra sino invasión con ese objeto. Pues Bolivia fue cercenada de su Departamento Litoral, con el consiguiente enclaustramiento que aún dura por más de una centuria.
Chile vive de la rapiña, como bien sabemos. Si no se inventaba ese medio de vida quizá ya hubiera perecido sin pena ni gloria. No hubiera existido el Chile de nuestros tiempos, con capacidad económica y bélica, que le posibilita, inclusive, amenazar, intimidar y agredir verbalmente, a sus vecinos. Hizo fortuna robando y matando, de ello no hay duda.
Chile debería estar agradecido por el guano, salitre, plata y cobre bolivianos, que le han deparado tiempos mejores. Que le han permitido superar el estigma de la pobreza y, asimismo, promover la prosperidad económico – financiera. Y no es justo, en consecuencia, que continúe supeditando a sus intereses, al país, mediante el encierro geográfico, que fue oleado y sacramentado con el Tratado de 1904.
Acá no se trata de que Chile asuma un gesto de generosidad con Bolivia, sino que le devuelva su salida libre, útil y soberana al Pacífico. Pues la muletilla de que con el Tratado de 1904 se resolvió todo conflicto no encuentra asidero alguno hoy.
“Terminada la Guerra de la Independencia y creada la República de Bolivia en 1825, ejerció absoluta soberanía sobre el Litoral de Atacama en la costa del Océano Pacífico con una extensión de 80 leguas desde el río Loa al Norte hasta el río Salado al Sud, donde se encontraban los puertos mayores de Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla”, anota el historiador Cnel. M. Fernando Wilde C., en su “Historia Militar de Bolivia”, edición 1963, pág. 192. He ahí un dato que desvirtúa la falacia del vecino agresor.
En suma: Chile no cesa en urdir falsedades y lo hace para tergiversar los argumentos históricos, políticos y jurídicos de Bolivia, que se fundan en la verdad, la transparencia y la objetividad.
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