La verdad aunque duela
En el referéndum del pasado 21 de febrero, se sabía que el SÍ era auspiciado por el gobierno en ejercicio y el No por los opositores. A las 8 de la noche del mismo día, varios medios de comunicación dieron resultados no oficiales, mismos que se asemejan aritméticamente a los proporcionados por el Tribunal Supremo Electoral, el miércoles 24 por la noche.
En ese periodo de tiempo, con amplia cobertura de los medios de comunicación del oficialismo, hemos visto y escuchado las reacciones de los cabecillas de ambos bandos, acompañados de sus respectivos politólogos y opinadores.
De los palaciegos, el “matemático” decía, “analizando” las cifras, que se trataba de un empate técnico, a sabiendas de que en todo referéndum se gana hasta por un voto. El que se cree “insustituible” manifestó “hemos perdido una batalla y no la guerra. Los culpables de esta derrota son los neoliberales, capitalizadores, la derecha, los gringos… que utilizando las redes sociales, nos han calumniado y difamado durante toda la campaña. Si hubiéramos ganado nos acusarían de corruptos. Los cabecillas de las organizaciones sociales no tenemos que preocuparnos por qué tenemos líderes jóvenes a montones…”.
La crisis en este bando es inminente por que los responsables de esta catástrofe son ministros, senadores, diputados y otros que se han caracterizado por ser malos administradores y políticos.
De los opositores, un senador cochabambino decía: es un triunfo de la democracia, ahora se les acabó la mamadera, a partir de hoy vamos a legislar con mano dura, empezaremos por el bullado caso CAMC; “nuestros” líderes jóvenes están listos para las elecciones del 2020. Un eufórico senador oriental manifestaba: hemos ganado por mandato de nuestro único líder nacional y actual Gobernador de Santa Cruz. Por sus mensajes vía Twitter, a un ex presidente y gran baluarte de la reivindicación marítima muy pronto le harán “volar la cabeza”, por tener “doble cara”.
A partir de esas reacciones y examinando los últimos diez años del gobierno y a sus casuales opositores, puedo concluir que la clase política nacional es tan inepta que da miedo y desazón. Cualquiera de nosotros conoce a personas con valores y preparación cien veces más dignas y con mayores méritos para gobernar mejor que los que frecuentan el Palacio o la Asamblea Plurinacional.
El tiempo transcurrido desde 2006 ha sido tan rico en bajezas que ha demostrado a los bolivianos la pésima calidad de nuestra democracia y la profunda degradación moral y humana de la clase política que nos gobierna.
El desfile de los mediocres ante las cámaras de televisión, exhibiendo odio, arrogancia, incapacidad para dialogar, rencor, mentiras y codicia causa náuseas. Nos gobierna un caudillo incumplidor de sus promesas, indolente, incapaz de razonar con su propio partido y culpable directo por su mal gobierno, de haber desaprovechado la mayoría absoluta que le dio el pueblo boliviano, para administrar adecuadamente la bonanza económica casual, acabar con la corrupción, adelgazar el Estado monstruoso, regenerar la política y adecentar la vida pública. Es merecedor de haber perdido en el referéndum y ahora encontrarse en bancarrota con su poder y sus placeres.
También muchos bolivianos contemplamos atónitos y angustiados la escasez de repuestos políticos disponibles, que son decepcionantes, peligrosos y arrogantes, ineptos y codiciosos. Todo ello lo demuestra el espectáculo que brindan los dinosaurios y otros audaces politiqueros, dispuestos a todo con tal de llegar a la presidencia del país, incluso de poner a Bolivia en manos de nefastos, traicionar sus ideas y aplastar a su propio partido. Es aterrador recordar la ambición desmedida del ex caudillo venezolano, amenaza de tiranía para una Bolivia que tras haber vivido una década de dictadura, no merece otro calvario totalitario.
Hoy la sociedad boliviana, desarmada de valores y acobardada, es postrada por la bajeza de políticos en el poder, culpables principales del deterioro y envilecimiento inconsciente de una sociedad que es empujada hacia la pobreza mental y al vicio por la baja calidad de la enseñanza.
Los bolivianos acobardados y sin ilusiones parecen haberse entregado a la desesperación y haber renunciado al impulso regenerador al aceptar que por el momento solo pueden elegir entre corruptos, totalitarios o narcotraficantes, cuando hay otras opciones, como elegir a partidos nuevos con limpieza, votar en blanco o abstenerse masivamente, debilitando de esa manera a los depredadores y expresando con claridad que queremos democracia y limpieza y no esas manadas llamadas “partidos políticos”, donde hay miles de miserables que destrozan el país y que en una verdadera democracia harían cola en las prisiones.
El autor es docente universitario.
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