El NO: la ola democrática que llega a Bolivia

Nicómedes Sejas T.

Mientras el gobierno del MAS ha quedado congelado en el 2006, el pueblo se muestra vital en su vocación de cambio. El indigenismo socialista ha quedado obsoleto al ser incapaz de dar respuesta frente a los retos del presente. No es coherente presumir de representatividad indígena sin asumir los objetivos políticos del movimiento indígena, que ha demostrado notable continuidad y empeño en profundizar el proceso de descolonización por la única vía construida en su larga experiencia: la estrategia democrática.

El entorno de Evo Morales Aima no comprende que el NO es un paradójico reclamo por el cambio estructural; el pueblo no se resigna a la felicidad de las cifras de crecimiento, porque contiene contradicciones que el pueblo siente y que el gobierno no admite. La propaganda oficial no puede maquillar el déficit del ingreso familiar con los bonos Juancito Pinto y Juana Azurduy. La contratación directa de las empresas ha comprometido la transparencia de tal procedimiento y ha puesto en duda su eficacia como gestión económica, como el publicitado caso de la CAMC, cuyos perjuicios en tiempo y recursos no pueden ser resueltos con la ejecución de sus boletas de garantía. En el ámbito social se viene acumulando una deuda de dimensiones explosivas, al dejar sin oportunidad laboral a miles de personas urgidas.

El gobierno del MAS tardíamente ha tomado conciencia sobre la amenaza que se cierne detrás de la caída brusca de ingresos por concepto de exportación del gas, optando por un giro desesperado en el área más crucial de nuestra economía, la política hidrocarburífera, mediante la Ley de Promoción para la Inversión en Exploración y Explotación Hidrocarburífera (PIEEH), supuestamente para corregir los fallos de la Ley 3058 vigente. El reconocimiento del agotamiento de los yacimientos y la caída de los precios internacionales del petróleo se constituyen en la base de la nueva ley para utilizar el mecanismo de los incentivos con el propósito de reponer las reservas en agotamiento, intentando comprometer a las empresas operadoras instaladas en Bolivia, la Chaco, Andina, Petrobras y Repsol.

El gobierno ha olvidado definitivamente su discurso nacionalizador, accediendo a las exigencias de los posibles inversionistas en un contexto internacional de desaliento generalizado para nuevas inversiones en el rubro, según afirman los expertos; con seguridad si el MAS estuviera en la otra orilla del poder ésta ley no se hubiera denominado ley de incentivos, sino simple y crudamente ley de sangría de la renta petrolera a favor de las empresas transnacionales. Las cuentas de este giro lo abordaremos en otra oportunidad.

Los movimientos sociales aún se mueven al ritmo y los deseos oficiales; si bien han perdido su soberanía para sobreponerse a la visión propagandística del poder, también hay que reconocer que solo es una parte del soberano, la que ha caído en la red clientelar del poder, lo cual explica su renuncia a la larga historia de lucha anticolonial del movimiento indígena, que nunca ha militado en las filas del socialismo anacrónico, que pretende imponer un cambio abstracto por métodos estalinistas.

El empate técnico fue una lectura sesgada de la derrota, un eufemismo para rechazar el mensaje del soberano. El triunfo del NO le ha recordado al caudillo del MAS que su mandato tiene límites, entre los que se cuenta el límite temporal y la necesidad de acatamiento de la eficacia normativa de la rotación del mandatario; la rotación no pasa simplemente por afectos y desafectos, sino por la necesidad de mantenerse abierto a nuevas oportunidades de renovación. El triunfo del NO es el cansancio y descontento indígena popular que explotó en el rostro de la cúpula del MAS, un pequeño desagravio para los hermanos potosinos que fueron desairados por la indiferencia del gobierno ante sus legítimas demandas de desarrollo.

El triunfo del NO abre un abanico de oportunidades para los liderazgos que esperan profundizar la descolonización inconclusa.

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