Derechos humanos y las “políticas del miedo”

Hay preocupación en las organizaciones de Derechos Humanos del mundo por los diferentes fenómenos por los que atraviesa la población mundial. Nuestro país no es ajeno a sufrir dificultades por diversas causas que sería prudente investigar y, sobre todo, tratar de darles solución. Los problemas económicos -pese a las afirmaciones oficiales en sentido de que tenemos “una economía fuerte”- son, para la mayoría de la población, debidos especialmente a la alza de precios de la “canasta familiar” y de muchos artículos de uso y consumo, de servicios y otros que hacen a la vida familiar.

La situación del país no es ajena a la preocupación colectiva porque la crisis continuará y el país no tendría la capacidad necesaria para enfrentar, por ejemplo, la cobertura de los cupos de gas que tenemos comprometidos con la Argentina y el Brasil, porque nuestras reservas aún no cuantificadas, no se sabe para cuánto tiempo alcanzarán, aunque se sostiene que con lo que hay “sería suficiente hasta el año 2020”. Las permanentes contrariedades existentes en muchos sectores de la población que, a veces, se manifiestan con manifestaciones, marchas, huelgas, protestas y otros que, en varios casos llegan a los bloqueos, también ocupan una parte importante de preocupación y causan sensaciones de miedo.

La pobreza es angustiante, aunque se sostiene que algunos sectores alcanzaron, en los últimos diez años, condiciones muy buenas y favorables en su economía; pero todo eso es minoría, porque los más siguen en situación de pobreza y, en muchos casos, viviendo con lo más imprescindible que no alcanza ni al 50% del salario mínimo nacional. La pobreza es aguda para buena parte de la población que vive angustiada por no poder satisfacer sus necesidades y urgencias que lastiman seriamente a niños, mujeres y ancianos.

La ausencia de inversiones para crear empresas que generen riqueza que, a su vez, impliquen creación de empleo, es un aspecto de la vida que realmente inspira miedo, temor, suspicacias y desconfianzas para el futuro. Se dice, en niveles del Gobierno, que “las inversiones foráneas y nacionales” mejorarán la economía, que habrá bonanza y, por supuesto, se remediará el problema del empleo; pero, en caso de producirse las inversiones, sus réditos o resultados serán a muy largo plazo porque primeramente hay que organizar empresas, saber en qué rubros trabajarán, qué producirán, con cuánta competencia deberán enfrentarse y otros pormenores difíciles de prever para lo inmediato y, así, lo mediato se presenta problemático. Hay miedo, pues, por la falta de generación de riqueza y nuevos empleos para paliar siquiera mínimamente los efectos de la crisis que, con seguridad, se agudizará.

La inseguridad por falta de una buena administración de Justicia, la carencia de buenos cuadros policiales y, lo más grave, la presencia delictiva de todo tipo, son cuestiones que crean miedo, mucho miedo por la seguridad personal y de las familias, por lo que habrá que estudiar cómo encarar esos problemas, al margen de posiciones políticas.