I
Boris Gustavo Arias Pizarro
Es sorprendente que en pleno Siglo XXI en Bolivia de manera descarada la justicia se la pueda adquirir como en un mercado persa y lo paradójico es que los llamados a proteger a la sociedad por medio de la administración de la justicia sean los principales verdugos de este noble apostolado. De verdad que sorprende al más incrédulo que hoy lleguemos a extremos tan bajos, que se esté vendiendo y comprando la justicia, que se la comercializa en todos los estratos de nuestra sociedad, que la corrupción ha adquirido carta de ciudadanía en nuestro territorio y que es lo más normal la prostitución de las leyes y el Estado de Derecho.
Y la corrupción de hombres que estudiaron las leyes, sí, lo dije bien, los abogados estudiamos las leyes, tenemos diplomados, maestrías y doctorados, supuestamente todos estos conocimientos para servir al pueblo y poderlos asesorar de la manera más clara y sincera, pero qué es lo que hacemos los abogados, qué hacen los policías que tienen la tarea de investigar las denuncias, qué hacen nuestros fiscales y jueces, nos extorsionan porque venden al mejor postor la Justicia.
Hoy utilizan todos esos conocimientos para enriquecerse, con el llanto y el sufrimiento de nuestro pueblo. ¿En qué mente brillante cabe la idea de lucrar con la miseria de nuestro pueblo? ¿Acaso estos verdugos del derecho no tienen alma, no tienen conciencia?, es el pan nuestro de todos los días. A tales extremos hemos llegado que hoy podemos elegir la calidad de justicia que necesitamos, claro está de acuerdo con nuestras posibilidades económicas, y no es fácil decirlo, pero tenemos que guardar nuestro miedo y sacar fuerzas de flaqueza para decir a voz en cuello que la justicia se la comercializa en nuestro medio.
Sin más pelos en la lengua debemos afirmar que tenemos justicia de tercera cuando solo puedes pagar un monto ínfimo que no llena a plenitud las expectativas de abogados, policías investigadores, fiscales y jueces. Tienes a tu alcance una justicia de segunda en la que puedes comprar conciencias con un monto medio y ya puedes negociar qué es lo que más o menos quieres. Y tienes a tu disposición la justicia de primera cuando ya puedes pagar cantidades grandes, exorbitantes, que llenan todas las expectativas de policías, abogados, fiscales y jueces.
Este es el Estado de Derecho en el que estamos viviendo, está corrompido, está por los suelos, porque la ausencia del Estado para poner soluciones y castigos ejemplarizadores a los traficantes de la justicia solo queda en buenas intenciones. Se tiene que despolitizar la elección de estas autoridades, porque por más que afirmen que no se los elige políticamente, debemos ser sinceros, se los elige a dedazo. Esa es la justicia hoy, es farsa, mentira, ilusión, ficción que está alejada de la voluntad del hombre. La justicia es una hipocresía de los “seres angelicales” directamente vinculados con la administración de justicia, aquellos que se creen superiores, semidioses, que según las fantasías de su mente están caminando en las nubes y que están por encima de nosotros, porque nos ven de arriba para abajo.
“La justicia es una fantasía, una mentira, una ficción que está lejos del alcance de nosotros los hombres, somos solo imitadores, pero muy malos, porque sucumbimos a los intereses mundanos y prostituimos el Estado de Derecho y la Justicia por dinero. Esa es nuestra naturaleza homo homini lupus, el hombre lobo del hombre”.
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