Ismael Guzmán
Uno de los efectos sociopolíticos que deja el referéndum de este pasado 21 de febrero de 2016, en el que se impuso la opción del NO, es la aceleración de un proceso de reconfiguración de los liderazgos políticos en el país y los escenarios ideológicos en que se sitúan. Las dinámicas sociopolíticas que se generaron en torno a este referéndum y sus resultados, muestran algunos equilibrios políticos que constituirán el referente para el ajuste de agendas en curso de las organizaciones políticas.
De un lado, los resultados del referéndum generarán expectativas en la sociedad respecto a si se produce un cambio de timón en la estrategia caudillista del partido de gobierno. La promoción de líderes con dimensión nacional, es un pendiente en el MAS debido a que este proyecto político nació con un líder ya consolidado en su interior. En esta coyuntura, la promoción deliberada de liderazgos con proyección nacional, será una tarea de corto plazo y de difícil consenso, en razón a que su cualidad de partido “inclusivo”, puede generar pugnas de izquierdas y derechas, de blancos y de indígenas, difícil de conciliar.
En cambio en la denominada oposición, este referéndum ha clarificado al menos tres tendencias políticas, no siempre afines entre sí, e incluso en algunos casos con visiones contrapuestas. Especialmente en el contexto específico del referéndum, lo de “oposición” es una denominación que equivocada o interesadamente intenta homogeneizar la heterogeneidad de un amplio sector de la sociedad boliviana que, desde diversas motivaciones, convergió en torno al rechazo de la modificación de la Constitución Política del Estado.
Una de estas tendencias está naturalmente constituida por la derecha tradicional, dispersa en varias organizaciones políticas, desconcertada aun por la pérdida de los espacios de poder que consideró patrimonio propio, con liderazgos muy limitados, además enfrascados en una autodestructiva lucha de primacía. Depositarios de un pasado que quizá sea su peor carta de presentación debido a que despierta el rechazo mayoritario de la sociedad.
De otro lado se percibe una izquierda moderada, de carácter aún regional, con liderazgos menos resistidos, además con referentes más sólidos de ética política, lo cual no pasa desapercibido ante la opinión pública y una parte de la población del país. Las diferencias de esta tendencia partidaria respecto a los partidos de derecha son visibles, hecho que no deja de constituir una opción válida para sectores sociales que además de su rechazo a la derecha, se han desencantado con el curso actual del denominado proceso de cambio.
Pero también, quizá motivado por el descrédito en general de los partidos políticos y los liderazgos que sustentan, la sociedad civil al parecer está dando pasos dirigidos a generar sus propios referentes llamémoslo institucionales, como lo son los distintos colectivos constituidos en torno al voto por el NO en este referéndum, pero especialmente en la promoción de liderazgos políticos que, como el caso específico de Amalia Pando, van adquiriendo una dimensión nacional (como ella hay otros más, cuyos perfiles tienden a potenciarse).
Este fenómeno alternativo a la tradición de las organizaciones políticas, obviamente no nace a la sombra del reciente referéndum, recordemos que ya en la marcha indígena por el TIPNIS dio un paso por demás claro y se puede presuponer su sostenibilidad en el tiempo. De ahí la creciente preocupación gubernamental por la regulación de las redes sociales. Indudablemente que la evolución y consolidación de esta vía es otro tema de seguimiento y análisis, pero como tendencia en la coyuntura actual, es innegable.
Para el conjunto de la denominada oposición, los procesos electorales siguientes, tendrán este escenario base, lo que no significa que al interior de cada una de estas tendencias haya dispersiones, especialmente en lo referente a candidaturas. El establecimiento de alianzas estará sin duda mediado por las fuerzas propias de cada organización política, presumiblemente por afinidades de carácter más ideológico y por la coyuntura político electoral, aunque en política nada esté dicho. No se puede perder de vista que el partido de gobierno es el otro actor que forma parte de dichos procesos y sin duda que tendrá gravitación directa o indirecta en las decisiones del resto.
La polarización política atribuida a este proceso del referéndum, no es de hoy, porque el país siempre tuvo referentes de polaridad. Pero al menos esta coyuntura nos permite referentes alternativos para las decisiones de la ciudadanía en la medida que éstos referentes perfilen propuestas creíbles de gestión, con ejercicio efectivo de la plurinacionalidad, respeto a la disidencia y respaldo a la consolidación de los gobiernos locales.
El autor es técnico de CIPCA Beni.
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