Inversión pública improductiva

Oscar Espinosa García

Cuando se produjo la caída de los precios del petróleo, lo cual traería consigo la baja en los precios del gas, el ministro de Economía Luis Arce declaró a la revista Nueva Economía que esto no sería mucho problema para la economía boliviana puesto que esta “a partir de 2016 empezará a recibir los recursos de la industrialización y de las empresas estatales en actual proceso de consolidación. Vamos a empezar a recibir los réditos de haber invertido en su momento. Las carreteras van a estar concluidas, los proyectos de industrialización del litio, el Mutún, las plantas de cemento, las hidrometalúrgicas, las carreteras. Eso significa mayor crecimiento económico”.

Llegado 2016 vemos que un proyecto del Mutún ha fracasado, que no se ha producido la industrialización del litio y no hay plantas de cemento estatales. Las hidrometalúrgicas quizá se refieran al ingenio que se ha construido en la mina Huanuni. Los recursos de la industrialización tendrían que ser los que se va a recibir de las plantas Gran Chaco y de urea y amoniaco de Bulo Bulo. Evidentemente hay una inversión muy grande en carreteras, especialmente en las dobles vías. Existen otros proyectos de inversión pública que el ministro Arce no ha mencionado. Toda la inversión pública (junto con la inversión privada) tendría que crear un aparato productivo que genere recursos que sustituyan a los recursos que el país recibe de las materias primas, en especial del gas y de los minerales.

El impacto que pueda tener la inversión depende esencialmente de la calidad y no de la cantidad. Los proyectos de inversión tienen que tener la mayor rentabilidad posible, de lo contrario no conviene realizarlos, si es que van a ocasionar la pérdida de los recursos invertidos en ellos y por otra parte la perdida de oportunidad de invertir en otros proyectos que sí tienen rentabilidad.

La inversión pública comenzó a realizarse de manera regular por el Estado durante el primer gobierno del Dr. Víctor Paz Estenssoro, que fue también el comienzo de la era estatista. El Estado, como promotor del desarrollo, invirtió en las empresas de la Corporación Boliviana de Fomento, en escuelas, centros de salud (Hospital Obrero), en el desarrollo de los hidrocarburos y en la construcción de la red de carreteras.

Durante la era estatista, que se prolongó con los gobiernos militares hasta el gobierno de la UDP, se produjeron varios elefantes blancos, siendo el más emblemático la fundición de Karachipampa, que se construyó hace 30 años y nunca produjo un kilo de plomo o plata. También se construyó un ferrocarril que nunca operó, como es el ferrocarril que tenía que llegar desde Santa Cruz hasta Trinidad y que se quedó en el río Grande. También tenemos el aeropuerto de Potosí (frente a Karachipampa) que se usa muy marginalmente. Hubo también fábricas que no funcionaron o que funcionaban por debajo de su capacidad, como una fábrica de vidrios en El Alto o una de aceites en Villamontes, que no tenía materia prima, porque no había cultivos de oleaginosas.

La nueva política económica iniciada con el decreto 21.060 dispuso sacar de los presupuestos de inversión pública a los proyectos productivos, de hidrocarburos y ferrocarriles, dejando que éstos los realice el sector privado. Esto se hizo efectivo con la capitalización de las empresas públicas y la privatización de las empresas de las corporaciones departamentales de desarrollo que antes eran de la CBF. La inversión pública se debía destinar a la provisión por parte del estado de infraestructura (carreteras, obras de riego y electrificación rural) y a los proyectos sociales (provisión de agua potable, saneamiento básico, educación y salud). Durante el cuarto gobierno de Víctor Paz Estenssoro se instituyo la práctica de elaborar anualmente presupuestos de inversión pública (junto con los de gasto corriente) para que sean aprobados por el Congreso.

Durante el periodo neoliberal la capacidad de inversión pública del país era de 450 millones de $US anuales, financiados en un 80 % por crédito externo y donaciones y en un 20 % por el Tesoro General de la Nación – TGN. En contraposición, hubo la inversión privada de las empresas capitalizadas (hidrocarburos, telecomunicaciones, energía eléctrica y ferrocarriles), empresas mineras internacionales y de las empresas privadas bolivianas e internacionales en todos los rubros, que produjo la gran bonanza que disfrutó el Gobierno del MAS, por efecto de la subida de los precios internacionales, sobre todo del petróleo y los minerales.

El autor es ingeniero civil y docente de la UMSA.

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