Cristhian Jaime Titichoca Guzmán
Hoy estamos viviendo una revolución tecnológica cuyos emblemas más significativos son: la computadora, la informática, la microelectrónica, los smartphones y el Internet, los cuales en definitiva están introduciendo cambios significativos en las formas de vida, comunicación, organización social y organización económica de la sociedad boliviana. Así, pues, para poder comunicarse con la comunidad intelectual, social, financiera y empresarial del mundo es indispensable estar conectado a Internet (el mercado de mayor crecimiento no es China, sino Internet).
Uno de los temas más críticos del Siglo XXI es y será el empleo, de seguir las tendencias actuales probablemente habrá más desempleados que empleados, y además, los nuevos tipos de empleos tienen como característica estar basados en la habilidad para la acumulación y el manejo del conocimiento. La tecnología avanzada y la automatización han modificado definitivamente el empleo, el progreso tecnológico no se concentra en el ahorro de mano de obra sino en el ahorro de capital, lo que importa es mejorar la rentabilidad y la productividad en los servicios. El factor clave para definir los ingresos de los trabajadores ya no es su mano de obra, sino su capacidad intelectual: “en el Siglo XXI el trabajador no venderá su capacidad para hacer un producto, sino la franquicia para usar el software que haya creado, será la industria del copyright”.
Sin embargo de lo anterior y a pesar de vivir en un “mundo digital” siempre se requerirá métodos y caminos que aseguren un adecuado y continuo vínculo humano entre educadoras y niños, quienes seguirán requiriendo “centros infantiles” en los que sean atendidos y estimulados.
El presente Siglo XXI tiene múltiples características que condicionan, de un modo u otro, la acción y estrategias de la educación infantil, el aprendizaje comienza con el nacimiento, ello exige el cuidado temprano y la educación inicial de la infancia. Diversas investigaciones permiten enfatizar que el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento social en los seres humanos ocurre más rápidamente durante los primeros años de la infancia y en el desenvolvimiento del cerebro (esencial para aumentar el potencial del aprendizaje) intervienen no sólo la salud y nutrición de los pequeños, sino factores como el tipo de interacción social con otros niños y adultos (educadoras, padres de familia, etc.), además del ambiente que los rodea (por ejemplo interacción con juguetes y materiales educativos).
Sigue siendo tarea pendiente de las autoridades políticas y de la sociedad boliviana luchar por un “proceso de cambio” que no se limite al crecimiento económico del país, en el que se parta no sólo del convencimiento de una mejor distribución de las riquezas y de las oportunidades, sino de la convicción colectiva de que se debe optar por invertir en una educación infantil de calidad, como una prioridad estratégica, ya que de no hacerlo no habrá una segunda oportunidad para la infancia.
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