Carlos Mesa

No tiene sentido pretender regular las redes sociales


La intención del Gobierno que anunció crear normas para regular las redes sociales es “una ilusión” y un propósito que no tiene sentido porque desde que surgieron las mismas con el internet toda la humanidad ingresó en un estadio que desconocía, lo cual hizo esta herramienta algo imprescindible, pero sí la sociedad debe tener la capacidad de tomar conciencia del manejo de las mismas, según el análisis del expresidente de Bolivia e historiador, Carlos Mesa.

“El que alguna nación, más grande o más pequeña, limite y censure parcial o casi totalmente el uso de las redes es un espejismo, la fuerza de estos medios es tal que rompe y romperá toda barrera y todo muro. No tiene sentido alguno pretender siquiera una regulación a las redes”.

“El costo que se paga a cambio del beneficio que nosotros somos acreedores es alto, desde mecanismos de difusión de ideas irracionales, conspiraciones para delinquir, organización de grupos terroristas, apología del delito y del crimen, hasta –es el caso de la coyuntura electoral reciente- la reaparición del racismo, el sexismo y el machismo más descarnados.

“Pero será siempre un costo mucho menor que lo que representa para la libertad”, dice Mesa en un artículo que publicó en su blog personal http://carlosdmesa.com bajo el título, “Los desafíos de las redes sociales”.

Mesa afirma que la historia de la humanidad dio un giro con el uso del internet y de las redes sociales, mismos que son los pilares de una “revolución abrumadora de la comunicación, cuya expresión más destacada –qué duda cabe- son las redes sociales”.

Es por eso que en los últimos años, “el internet se convirtió en una plataforma de un poder inconmensurable que conectó al planeta de un modo no sospechado y con una perspectiva potencial prácticamente ilimitada”.

Ese cambio tuvo directa relación con la persona como actor principal y su vínculo irrompible con el mundo virtual. “Una persona es no en tanto tiene una identidad reconocida por el Estado a través de una cédula que lo hace “existir”, es en tanto posee un celular. El celular es una prolongación de la persona, no sólo un instrumento de comunicación sino un instrumento que se ha convertido en imprescindible como extensión de uno mismo”.

Mesa agrega que la idea de que cada ser humano en el planeta tenga un celular parecía un delirio de algún iluso hace menos de quince años, hoy hay cinco mil millones de celulares en el mundo (no todos, es cierto, celulares “inteligentes”). ¡Más del 70% de la población de la tierra tiene un aparato! En muy poco tiempo llegaremos al 90%. La mundialización de las comunicaciones ha dejado de ser una expresión retórica para convertirse en algo tangible.

Sin embargo, afirma también que en el mundo virtual el anonimato permite que se cometan varios delitos como se vio en las pasadas elecciones donde se acusó y denigró a muchas personas públicas. Sin embargo, el empleo de la misma tecnología puede ser útil para identificar a quienes cometan actos ilícitos.

“En la medida en la que la propia tecnología lo permita, el rastreo del origen de determinados mensajes amparados en el anonimato debe hacerse de modo claro para aplicar la justicia a partir de leyes que ya existen para delitos que son iguales, se cometan en la red o fuera de ella, pero suponer que una limitación, una restricción o una censura abierta es la respuesta a esos excesos, es una ilusión y –lo que es peor- es una forma inaceptable del ejercicio de un poder represor sobre un derecho fundamental de las personas y la sociedad”, señala.

 
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