Nadie tiene por qué dudar de la honorabilidad de los chinos, hijos de una cultura milenaria llena de historia, arte, lenguas, y tradiciones; pueblo que ha vivido sufriendo bajo el yugo de poderosos emperadores o crueles políticos. Siempre a merced de hambrunas devastadoras y de enemigos externos (mongoles, turcos, coreanos, japoneses), tuvieron que encerrase en su inmenso territorio y aislarse del mundo civilizado hasta que los occidentales abrieron sus puertos a cañonazos para obligarlos a comerciar.
Sin dudar de que los chinos sean honestos, se ve que no todos tienen la misma conducta, porque las empresas chinas que negocian con el Estado Plurinacional no hacen sino sorprendernos con negociados lamentables. En descargo de sus empresarios que han hecho tratos con Bolivia, hay que admitir que hasta el más honrado peca si se lo favorece con jugosas ganancias compartidas.
Los chinos venden lo que producen a quienes quieren comprarles. Ignoramos cuán importante será su clientela en América latina, pero el gobierno de Bolivia se ha convertido en su socio número uno. No es por nada. Un satélite misterioso de más de 300 millones, unas barcazas millonarias (dicen que coreanas) que sirvieron tanto como el satélite, 560 millones de dólares con la empresa CAMC con un escandalazo de por medio, y ahora dos aviones carísimos que no vuelan. No es un buen récord el de los chinos en Bolivia.
Como este Gobierno no va a hacer nada si no se lo presiona como en el caso Zapata-CAMC, lo de los aviones MA-60, adquiridos sin licitación, puede pasar inadvertido en medio de la nebulosa causada por los últimos alborotos. Aunque no hay derecho para que la FAB (y el Ministerio de Defensa) haya autorizado en su momento la compra de ese par de aviones que no pueden operar en la altura ni en el llano. Ambas naves tenían un precio de 26 millones de dólares, pero, según informa la prensa, se pagaron 40.
Quizás nuestros pilotos tuvieron que aprender mandarín para poder leer las instrucciones y volar, porque de otro modo no se justifica que su capacitación costara 600 mil dólares. Pero los otros ítems, el de repuestos en especial, llegaron a costar casi el precio de otro avión. Y ahí estamos ahora, asustados los ciudadanos ante un nuevo endeudamiento chino de más de 7 mil millones de dólares contratado por el Gobierno, con los que, por el sistema de invitación directa, los masistas podrán seguir haciéndose la América hasta el final de sus días, que esperamos no pase del 2019.
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