Es indudable la existencia de un proceso de desactivación de la economía del país, como efecto de la crisis originada por el abrupto descenso de los precios de las materias primas en el mercado internacional, así como por la presencia de factores internos de tipo político y social.
Frente a esa innegable realidad, instituciones empresariales, profesionales y académicas, así como los especialistas de diversos medios de comunicación han emitido su pronunciamiento indicando, en todos los casos, que las dificultades por las que atraviesa la economía se deben al notable grado de dependencia del país, pues alrededor del 85 por ciento de las exportaciones bolivianas son materias primas y, por consiguiente, altamente sensibles a los movimientos de los mercados externos.
La preocupación por la desactivación económica del país se hizo más patente cuando el Gobierno anunció que los ingresos del país bajarían este año en alrededor de cuatro mil millones de dólares, a la vez que los medios de prensa anticiparon que no habrá recuperación de los precios de las materias primas y que, en particular, el precio de exportación de gas no se recuperará, pues la industria petrolera norteamericana está exportando gas de esquistos inclusive a Brasil, principal consumidor de ese energético boliviano.
A las informaciones anteriores se agregaron otros datos como el problema de las importaciones que descendieron en 8 por ciento el año pasado, las dificultades de la agricultura por efectos climáticos, el alza de precios de productos agrícolas, el aumento de las importaciones de alimentos, etc. En especial se observa las devaluaciones monetarias de países vecinos que afectan la economía nacional y engrosan el contrabando y las importaciones (oficiales y privadas) y que están afectando a la industria y la agricultura. Un indicador importante es que pese a los esfuerzos, la búsqueda de petróleo y gas en Lliquimuni estaría terminando en un inmenso cero.
No obstante esas observaciones, el Banco Central declaró que no habría que prestar atención a ese estado de cosas, pues esa entidad cuenta “con varios colchones de reserva que pueden ser utilizados” para casos necesarios y, además, hay dinero para afrontar la reducción de ingresos, apreciaciones optimistas que garantizarían un crecimiento económico de más de 4 por ciento para asegurar el “segundo aguinaldo” de este año. También el Gobierno anunció que destinó 100 millones de bolivianos para fortalecer la agroproducción.
Finalmente, el sector exportador declaró que responderá en forma decidida a la situación desfavorable en que se encuentra el país, esperando políticas para liberalizar las ventas externas, crear incentivos a favor de las industrias, suspender leyes y normativas restrictivas y otros, decisiones que permitirán la reactivación productiva del país.
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